El 2019 fue un año difícil con
muchos sucesos cargado de adrenalina y entre los más destacables, se encuentra
la fuerza de la voz del pueblo boliviano, quien habiéndose manifestado mediante
cabildos advirtió con bastante claridad de que existiría resistencia civil en
caso de fraude electoral y ante dicha situación empezaría una histórica y persistente lucha con fe y
coraje por las libertades individuales hasta la renuncia del dictador; situación
que para entonces, aquel gobierno de turno, hizo caso omiso, prestó oídos sordos
y restó importancia a la relevancia de dichos cabildos.
Recordemos, por ejemplo: en el
gran cabildo en Santa Cruz (04 de octubre), el pueblo expresó su total repudio
ante el desastre ambiental y el terrible daño a la biodiversidad ocasionado por
los incendios en la Chiquitania; y, a su vez, señaló el rumbo de la resistencia civil en caso
de fraude electoral; mientras tanto, en el cabildo de La Paz (31 de octubre), ante el evidente fraude electoral, aprobó mantener la lucha hasta la renuncia de Morales y la
independencia política del movimiento con la arenga: “ni Mesa, ni Evo Morales”;
y, así, sucesivamente, el pueblo boliviano fue manifestándose en todos los Departamentos de Bolivia con similares decisiones concretando un largo paro
cívico pacífico con mucha fe y coraje donde lamentablemente llegó a ser nuevamente
víctima de la tiranía del dictador por los saldos de muertos y de muchos heridos a nivel nacional.
Ante esta situación, después de
casi 14 años en el poder omnímodo, en fecha 10 de noviembre, Evo Morales
renuncia a la presidencia de Bolivia en medio de una profunda crisis política
provocada por su gestión de gobierno colmada de corrupción, abuso de poder,
constantes violaciones a los DDHH, vulneración a los valores, principios,
derechos y garantías constitucionales, entre ellas: su tozudo intento de
reelección indefinida y porque se develó el fraude más vergonzoso de la
historia de Bolivia, el cual fue perpetrado en su gobierno.
Posteriormente, el martes 12 de
noviembre, el ciudadano Morales decide abandonar el país; y, después de seguir la línea de sucesiones constitucionales, finalmente asume la Presidencia
Constitucional, la senadora Jeanine Añez, con el encargo de convocar elecciones generales.
Con todo esto y más, empieza el
año 2020 con nuevas oportunidades para que entre todos los bolivianos logremos
un mejor país.
En ese sentido, debemos tomar
tiempo de calidad para evaluar nuestra situación actual, siempre bajo una
conducta proactiva, asegurándonos que los hábitos que tenemos para pensar y
para tomar decisiones sean adecuados, siendo éstos tanto preactivos (es decir: prepararse para los cambios del
futuro) como reactivos (buscar la
mejor manera de reaccionar) a los procesos de la vida.
Como ciudadanos nuestra brújula
para dicho sendero debe ser la de incentivar y promover las libertades
individuales, la ética del carácter y el espíritu crítico (que sean éstos cada vez más fuertes, basados en principios y valores
morales para contrarrestar y frenar el abuso de poder además que posibilitan
mayor dinamismo y flujo de ideas, creatividad e innovación); proteger y
defender las libertades individuales y nuestros derechos; apostar por la
educación de calidad con integridad para alcanzar el desarrollo; ser solidarios
y proactivos con los más débiles frente a la tiranía; mayor descentralización política,
administrativa y división de poderes públicos; más libertad económica sumado a
un mayor control social a los políticos y a la función pública.
Sobre esto último, en la página
296 y siguientes de mi libro “Los Delitos de Corrupción” (1ra edición, publicada en el año 2011) advierto la necesidad de “reglamentar”
las elecciones, sugiriendo algunas políticas de prevención en procesos
electorales, como ser: la promulgación de normas de libre acceso a la
información en materia electoral, la exigencia de transparencia, seguimiento e
investigación de las fuentes de financiamiento de las campañas políticas de
todos los candidatos, establecer el delito de “financiación ilegal de los
partidos políticos, agrupaciones ciudadanas y pueblos indígenas”; y, también se
podría adicionar, la necesidad de que los jefes de campañas deban ser
bolivianos sin ningún proceso judicial pendiente ni adolezcan de conductas
relacionadas a delitos de corrupción, delitos de lesa humanidad, abuso de
poder, que éstas personas si fungieron anteriormente como autoridades o
servidores públicos, es necesario que durante su gestión no se hubiera cometido
fraude electoral y tampoco tenga
cuestionamiento documentado de violación a los Derechos Humanos, afectación a
los recursos naturales, destrucción a la biodiversidad y al medio ambiente, máxime
si la Constitución boliviana otorga una
relevancia importante en este aspecto, previstos en los arts. 8-I (Vivir bien, no seas mentiroso ni seas
ladrón, etc.), 30-II num. 10), 33, 34, 80, 111 num. 17, 114, 124 num 2),
340 y siguientes.
Si realmente pretendemos visionar
un mejor país es tarea de todos trabajar en los sustratos; en las bases que
permitan el desarrollo y la prosperidad con integridad sin olvidar que la ética
del carácter es la que permite gestar confiabilidad. Nunca olvidemos que confianza y confiabilidad son la base del
liderazgo y son el fundamento de la
efectividad verdadera.
De allí nace el título de este
artículo (20/20), el cual no se refiere únicamente al año 2020, en realidad alude o
insinúa a la prueba de agudeza visual. Cuando un optometrista, después del
examen típico visual, señala que se ostenta una visión 20/20 eso significa que
se tiene una visión óptima o correcta; y, justamente es eso lo que en verdad necesitamos
como pueblo boliviano, tener una visión lo más óptima posible para lograr un
mejor país.