miércoles, 31 de diciembre de 2025

Llevemos una vida profunda y auténtica.

 Ciro Añez Nuñez

En este año 2026, que recién empieza, vivamos la profundidad de nuestra vida, posibilitando una experiencia diaria de vida, que nutra nuestra alma, respete nuestra dignidad, aprecie nuestra existencia y ahonde la gestión de calidad de nuestra relación con nosotros mismos (nuestro ser interior) y con los demás, con autenticidad por encima de la conformidad y la impostura, sin sacrificar nuestra esencia para encajar a moldes o estereotipos que no condicen con nuestra naturaleza.

Escogiendo la paz por encima del drama, asumiendo la responsabilidad máxima tanto de nuestro propio bienestar emocional como la optimización de nuestro tiempo de vida; y, en consecuencia, amemos desde la integridad, desde la plenitud, desde la elección consciente, desde la abundancia interna, desde la madurez emocional y la paz interior. 

Seamos férreos intolerantes a la toxicidad emocional y elijamos desde esa abundancia, compartir nuestra completitud, estableciendo vínculos sanos y genuinos, invirtiendo tiempo que no drenen nuestras energías y no limiten nuestro desarrollo integral. Experimentemos la ecuanimidad emocional, independientemente de las variables externas, las expectativas sociales, los sucesos y/o conflictos externos. 

No apostar todo sin cobertura (Ej. sin diversificación), tampoco decidiendo exclusivamente desde la emoción sumado al sesgo de la confirmación, apresurados a una decisión inmediata bajo la presión del tiempo (sin pensar, validar ni analizar). Ante esos extremos, lo más aconsejable, son dos salidas: retírate o controla la pérdida.

No nos consideremos autosuficientes en todo, porque podemos saber lo que sabemos, pero también sabemos lo que no sabemos e incluso podríamos no saber que no sabemos. Entonces, en ese contexto, la única certeza que se tiene, es que las pérdidas no se recuperan; por lo tanto, siempre es importante la autocrítica, la lealtad interna y la prudencia metodológica, porque gracias a ellas, podemos mantenernos a flote. 

Veamos la realidad con claridad, no nublados por la egolatría y la fatal ignorancia. Seamos buenos conductores de nuestra vida, no vivamos con la miopía del futuro, porque en cada decisión hay riesgo y, en este mundo, nadie se escapa de la incertidumbre del futuro. 

Las crisis no se evitan, las ruinas sí. No seamos jugadores al azar, que viven comprando ilusiones, tomando decisiones por simple excitación, de manera maniática, en búsqueda de probarse socialmente ante los demás.

Es menester combinar conocimiento, experiencia y disciplina para tomar riesgos calculados. No seamos arrogantes ni soberbios financieros, pues no se trata de cuánto dinero puedas tener hoy, sino de cómo lo usas a través del tiempo.

Más entrenamiento o disciplina y menos entretenimiento desmedido o afición superflua, dado que nuestro tiempo de vida, nuestra atención y energía son valiosos recursos finitos, que merecen ser invertidos conscientemente (no deben ser desperdiciados en vida compulsiva, evitemos ser títeres de emociones descontroladas, culpas, justificaciones, estándares sociales, apariencias, tendencias, modas o impulsos mal dirigidos que son direccionados muchas veces por intereses creados y deshonestos), nuestra paz es innegociable, nuestra generosidad auténtica y nuestra reflexividad, selectiva.  

Busquemos esa humanidad, donde cada ser humano entienda lo maravilloso que es y que podemos llegar a serlo. ¡Feliz 2026, queridos amigos!