Ciro Añez Núñez
En geopolítica y en el orbe de los big business, el mundo actualmente es
tripolar y el próximo año, muy probablemente entre estas tres potencias
mundiales, se estén repartiendo el mundo para acceder a los recursos naturales
de otras regiones junto a la sacudida de dados o barajeada de sus cartas (dicho de otro modo, intercambiando o retirando uno por
otro, a sus presidentes títeres, es decir, aquellos políticos lacayos que son a favor de alguna superpotencia, quienes venden fumadas filosóficas y cuentos ideológicos a sus
pueblos, bajo falsas creencias que los fanatiza, polariza, divide y debilita,
mientras los grandes hegemónicos internacionales acceden a las reservas naturales de dichos países, para ser
expoliados); entre tanto, ocurre esto en los contornos, resulta que en Bolivia, nos aproximamos a las elecciones
subnacionales en búsqueda del resobado cambio, con muchos enredos y excesiva
publicidad engañosa y subliminal, creyendo absurdamente que por la cantidad de likes (o de fans en las redes sociales), que por recibir plaquetas, distinciones y/o reconocimientos
pre pago, sus personajes son automáticamente transformados en seres humanos íntegros,
idóneos y políticamente potables.
Percatémonos, existen muchos publicistas que se dan de analistas y cuando el ánimo deliberado del lucro es engañar al pueblo, resulta que vender
confusión es algo demasiado generalizado, por lo tanto, abundan las propagandas conducentes a confundir popularidad con
mérito, comodidad con felicidad, entre otras mentiras más.
Llevamos más de doscientos años intentando formulas tradicionales de la
política occidental, donde presuntamente buscamos cambios, sin embargo, nos
dedicamos disparatadamente a realizar exactamente la misma rutina de siempre, es
decir, llevamos veinte décadas polarizados, timados, rivalizados y divididos, entre izquierdas
Vs derechas, capitalistas Vs comunistas, neoliberales Vs socialistas del siglo
XXI, conservadores vs progresistas, libertarios Vs humanistas y así sucesivamente.
Como vemos, hemos transitado por el puro reciclaje político con la misma excusa
de siempre (cambiando simplemente de rótulos), cuya situación ya es hasta bicentenaria, que van acompañadas de los continuos
fracasos de paradigmas. En otras palabras, es y ha
sido siempre, la misma chola, pero con distinta pollera, como coloquialmente decimos.
Ya es hora que dejemos de repetir lo mismo y aprendamos de quienes están haciendo lo que
sí funciona y que han sido capaces de así demostrarlo. Examinadlo todo y retened lo bueno.
Advirtamos, cómo en algunas regiones de Asia Oriental y del Sudeste asiático (Ej.: Corea del Sur,
China, Singapur, Taiwán) en menos de sesenta años ya han logrado índices de
desarrollo mayores al de los europeos; y, nosotros que llevamos 210 años,
seguimos atorados.
Si deseamos cambios verdaderos, todo cambio empieza por nosotros mismos,
porque cada político finalmente es producto de sus propios pueblos. Es decir, obviamente
que los políticos nos representan, pues son el reflejo de su sociedad, de nosotros mismos.
No es cuestión de esperar que el otro lo haga o sencillamente pretender impulsar a alguien (que sin estar realmente preparado) ingrese a la política por la simple
conjetura de que es gente de bien. “Zapatero a tus zapatos”, quien tenga el
llamado interno o la vocación de servicio a ser funcionario público, político o autoridad
pública, pues que se prepare genuinamente y a conciencia para eso; y, desde esa
abundancia interna ocupe un cargo público, no que busque un puesto en la
función pública desde su necesidad, carencia y/o mediocridad, donde tan solo
acude a la estructura estatal, como su última opción, para obtener un cheque
mensual y que le permita la búsqueda de “contactos” de corruptela, para luego
aprovecharse del cargo y enriquecerse bajo el abuso de poder, la mentira y el engaño,
usando demencialmente el término “viveza criolla” como si eso fuese un manto purificador, cuando en realidad, no es otra cosa, que un corrupto cínico.
Ese cambio, que tanto habla y requiere el país, debe ser en base a un
modelo que está demostrado que funciona (por eso, citamos anteriormente al Sudeste Asiático), esto es, seguir la ruta del modelo meritocrático, estableciendo
gobiernos fuertes conformados por los auténticamente mejores (no por impostores,
no por gobiernos débiles, lleno de bribones, aventureros e improvisados,
que se alternan el poder), se requiere de verdaderos partidos políticos patriotas
no de clubes de caudillos o cofradías de amigotes con intereses creados y deshonestos.
Los principales responsables de la informalidad reinante en un país, son
los políticos, porque son los primeros informales, no tienen gente auténticamente
formada, éticamente solventes ni son capaces de producirla al interior de los
llamados partidos políticos o en el ámbito íntimo de las agrupaciones
ciudadanas.
Ya basta de reformas tibias, tienen que ser profundas (reformas políticas,
judiciales, policiales, etc.) que fumiguen a los corruptos que inundan las
instituciones públicas. Necesitamos un Estado pequeño, eficiente, que funcione,
con meritocracia, donde tengan el cargo quienes así lo merecen, con retribución
económica en base a méritos demostrables y objetivos verificables, es decir, en
base a resultados, donde si existen ineptos (autoridades y funcionarios
públicos) que provocan caídas, por ejemplo, en el PBI, en las exportaciones, en
la inversión extranjera, estancamiento en las infraestructura del país, no sólo
merecen no ganar nada sino que merecen ser despedidos y que rindan cuentas, por
el daño ocasionado y que los corruptos devuelvan todo lo saqueado, no sólo
conformarse con que estén presos. La lucha contra la corrupción no debe ser un
simple eslogan, sino que debe ser real y radical, como lo hizo, Singapur en la
época de Lee Kuan Yew.
Bolivia requiere industrializarse porque es la vía histórica que siempre ha
prevalecido sobre los poderes mercantilistas y financieristas, pero para ello,
amerita un cambio verídico de chip mental en todos y cada uno de los bolivianos, apostar por la unidad nacional y latinoamericana, no ser vasallos de superpotencias (no ser pro China, pro EEUU, pro Rusia) sino más bien aplicar política de neutralidad, velando por el desarrollo integral del propio país.
La principal reforma es la meritocrática y eso empieza por nuestra
mentalidad, no seamos ilusos ni andemos con la absurda idea que de la nada, aparecerán
y vendrán, unos iluminados bien ranqueados o un grupito de auto proclamados
iluminados que compondrán el país, pues eso en realidad, acaban siendo lo mismo
de siempre, en manos de farsantes estafadores.
El cambio empieza por nosotros mismos y por nuestra propia juventud
boliviana. No desperdiciemos nuestros tres recursos finitos y fundamentales de
nuestra vida, que son: nuestro "tiempo", nuestra "atención" y nuestras "energías", jugando videojuegos, entreteniéndonos viendo TikTok, novelas, narco series,
escuchando narcocorridos, distrayéndonos siendo espectadores y seguidores de la
vida de otros en las redes sociales, viendo bailecitos, buscando hacer dinero o
riqueza instantánea mediante esquemas piramidales, trabajando honestamente poco
pero pretendiendo ganar mucho, sin cultivarse, sin estudiar, fomentando la
informalidad, mintiendo, siendo groseros, corruptos, maleantes y ególatras,
pero aun así, todavía seguimos deseando tener un gobierno meritocrático estilo
Singapur, cuando somos más del 90% de informales. Así pues, no funciona y lo
sabemos muy bien de antemano, otra cosa, es que nos hagamos tontamente los desentendidos
y los supuestamente ingenuos, mintiéndonos y defraudándonos insensatamente
nosotros mismos, siendo totalmente desleal consigo mismo.