El amor, la locura, la muerte y el
poder, son temas que la literatura nunca abandona pues responde a situaciones
propias de la condición humana. En el caso del poder, fueron los griegos
quienes lo representaron como una forma de locura.
Bolivia se embarca nuevamente a
contiendas electorales nacionales, donde ocho fórmulas de distintas líneas
políticas van en búsqueda de asegurarse el poder, entre ellos, se encuentra la
candidatura del partido del anterior régimen gubernamental, el cual dejó
huellas de haber constitucionalizado amaños para aferrase al poder durante
catorce años (por ejemplo: el art. 238
num. 3 de la Constitución, el cual posibilita que un presidente en ejercicio
pueda “candidatear gobernando”).
Adviértase que dicho gobierno (Evo Morales) siempre estuvo en permanente campaña política mientras gobernaba, olvidando que toda candidatura oficialista goza de ventaja competitiva, actuando en flagrante contraposición al informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos Nº 1/90, CIDH 1990b, que establece la importancia que toda competencia electoral se desarrolle con ausencia de coerciones directas o de ventajas indebidas y que las agrupaciones participen en condiciones equivalentes, además que los órganos electorales ofrezcan garantías de imparcialidad.
Pese a todo ello, el anterior régimen pisoteó todos esos postulados e hizo exactamente todo lo contrario. Otro signo distintivo de dicho gobierno fue el estatismo atroz, el fraude, el abuso de poder y la vulneración de derechos y garantías constitucionales por doquier.
Adviértase que dicho gobierno (Evo Morales) siempre estuvo en permanente campaña política mientras gobernaba, olvidando que toda candidatura oficialista goza de ventaja competitiva, actuando en flagrante contraposición al informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos Nº 1/90, CIDH 1990b, que establece la importancia que toda competencia electoral se desarrolle con ausencia de coerciones directas o de ventajas indebidas y que las agrupaciones participen en condiciones equivalentes, además que los órganos electorales ofrezcan garantías de imparcialidad.
Pese a todo ello, el anterior régimen pisoteó todos esos postulados e hizo exactamente todo lo contrario. Otro signo distintivo de dicho gobierno fue el estatismo atroz, el fraude, el abuso de poder y la vulneración de derechos y garantías constitucionales por doquier.
Hasta el momento, ningún candidato
propone de forma clara y precisa una necesaria reforma constitucional para
desmantelar todos los amaños constitucionalizados que posee dicha Constitución y
tampoco se escucha mediante reforma constitucional, que se pretenda liberalizar
la economía y acabar con el estatismo (agigantamiento del Estado en detrimento
de las libertades individuales).
En los discursos políticos evidenciamos que se puso de moda el gataflorismo; por ejemplo, por un lado, de manera correcta y justa se cuestiona al anterior régimen que instauró un gobierno dictatorial, el cual duró 14 años, gracias a que “gobernaba candidateando”, permitiéndosele de esta manera mantenerse en el poder sin que jamás tenga que renunciar a su cargo; sin embargo, vemos por otro lado, que existe una candidatura oficialista que aplica exactamente ese mismo postulado constitucional para candidatear gobernando manteniéndose en el poder; y, si se le cuestiona en este sentido, salen quejándose de que es injusto, que está en su derecho y quien se oponga es por puro machismo, feminismo, guerra sucia o porque son malos. Asimismo, también escuchamos que los candidatos afirman que las empresas públicas deben mejorarse cuando en realidad ya se tiene por demás demostrado históricamente (incluso en el pasado reciente del anterior régimen), que el Estado es un pésimo administrador dado que provoca una absoluta competencia desleal, genera más burocracia, más corrupción, mercantilismo de Estado y más clientelismo. Todo eso, ya no es novedad.
En los discursos políticos evidenciamos que se puso de moda el gataflorismo; por ejemplo, por un lado, de manera correcta y justa se cuestiona al anterior régimen que instauró un gobierno dictatorial, el cual duró 14 años, gracias a que “gobernaba candidateando”, permitiéndosele de esta manera mantenerse en el poder sin que jamás tenga que renunciar a su cargo; sin embargo, vemos por otro lado, que existe una candidatura oficialista que aplica exactamente ese mismo postulado constitucional para candidatear gobernando manteniéndose en el poder; y, si se le cuestiona en este sentido, salen quejándose de que es injusto, que está en su derecho y quien se oponga es por puro machismo, feminismo, guerra sucia o porque son malos. Asimismo, también escuchamos que los candidatos afirman que las empresas públicas deben mejorarse cuando en realidad ya se tiene por demás demostrado históricamente (incluso en el pasado reciente del anterior régimen), que el Estado es un pésimo administrador dado que provoca una absoluta competencia desleal, genera más burocracia, más corrupción, mercantilismo de Estado y más clientelismo. Todo eso, ya no es novedad.
Por lo tanto, es menester achicar el
Estado porque no se puede seguir pagando cantidades elevadas por un sector
público sobredimensionado, se debe reducir el nivel de coacción del Estado,
ampliar la base tributaria bajando significativamente las tasas impositivas,
eliminando los privilegios y las exoneraciones tributarias, luchando
eficazmente contra la evasión, simplificando sustancialmente los trámites
administrativos no únicamente para el pago de impuestos sino promoviendo tal
situación para todo el aparataje estatal, entre otras medidas más.
Aquella frase trillada que dice:
“locura o estupidez es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados
diferentes” (que se le atribuye frecuentemente a Einstein), aún no terminamos
de entenderla, comprenderla y aplicarla. Estamos viendo el desastre del
anterior gobierno y se desea continuar avanzando bajo la misma plataforma que
está sujeta a una constitución económica que urge ser reformada.
Muchos candidatos que aducen ser
contrarios al anterior gobierno masista siguen con la idea de promover los Estados
niñeras cuando estos lo único que causan es afectación a las libertades
individuales con intervención estatal en la vida de las personas.
Todo esto, lamentablemente es
consecuencia de la crisis del sistema político, de liderazgo y de extravió
ideológico (al extremo que hay muchos socialistas que no saben que lo son), en
los que, aprovechando la crisis de liderazgo, pretenden liderar este proceso de
restablecimiento de Estado constitucional de Derecho, creyéndose por cuenta
propia, como elegidos a detentar la figura de único líder mesiánico.
Hay muchos quienes inclusive usan la
etiqueta de ser liberales porque esa palabra suena bien, proviene de libertad
(a muchos gusta) pero en la práctica no ejercen como tal de manera coherente y
sistemática pues existen quienes reivindican ciertas libertades pero al poco
tiempo van contra ellas por simples fines utilitarios y de oportunismo
circunstancial, incurriendo en una evidente hipocresía ideológica o caen en
fanatismo o idolatría hacia seres humanos que fungen de candidatos.
Por este motivo, el pueblo con sus
instituciones cívicas y representativas, nunca debe renunciar al permanente ejercicio
del CONTROL SOCIAL a políticos, autoridades públicas y servidores públicos, de
la línea política que sea, y debe estar siempre alerta a salir en defensa de
sus libertades individuales.
Entiéndase el término
"pueblo" como la suma de los individuos y ha sido la reivindicación
del liberalismo universal para contraponer el término pueblo como principio
mayoritario absoluto.
De ahí, por ejemplo, que We the People
establecido en la Constitución de los Estados Unidos utiliza ese término para
dejar claro que no son los Estados los que tienen poder y autoridad, sino el
individuo.
Bajo esta perspectiva, más allá de escuchar las promesas y planes de
gobierno que pudieran ser expresadas con espléndida retórica y fluidez de
conocimientos técnicos que ilusione a mucha gente en sus debates,
lastimosamente ante la falta de consistencia en el valor de la palabra empeñada
que han demostrado adolecer la clase política nacional, el “beneficio de la
duda” podría resultar un pequeño aliciente para el pueblo pero no por ello
debe vivirse confiado; más por el contrario, el pueblo dada la experiencia de
empoderamiento y habiéndose ya manifestado mediante cabildos, ha dejado sentada
su firme decisión de ya no ser víctima
del engaño y del abuso de poder,
el cual demostró su valía con la resistencia
civil frente a tales abusos, dejando en la historia un mensaje bastante claro y contundente para
los futuros gobernantes, por cuanto esa
idea arraigada en la servidumbre estatal (que no cuestionaba que el Estado haga
lo que le dé la gana), ya dejó de ser tan así; y, por consecuencia no debe ser
subestimado y aquel de llegue a ser el próximo gobierno deberá desistir de
cualquier ánimo o deseo de seguir maltratándolo por pura locura de poder y del
mismo modo, el pueblo tampoco debe olvidar que la soberanía realmente reside en
ella misma, máxime si todo ese despertar tuvo un alto costo de sacrificio,
vidas humanas, dolor y penurias.