Ciro Añez Núñez.
Hoy recordamos con angustia
y fortaleza nuestro aniversario por la gesta libertaria. No podemos ser
indiferentes de habernos visto mermados tanto del verdor característico de nuestro
Departamento como del color blanco que
representa la pureza, no sólo del aire sino también del carácter sin afán de
suntuosidad.
El daño está hecho aunque
exista la tozudez de no declararse formalmente desastre nacional. Ante este
panorama desolador, rodeados de cenizas y de árboles humeantes que disminuyen
nuestra vitalidad, es momento de construir otro destino. Todos los bolivianos
merecemos un mejor trato.
Basta ya de tanta impostura,
cinismo, hipocresía, doble discursos, egolatría y reformas que no transforman nada;
y, únicamente implican: distracción, egocentrismo, depredación, destrucción e idolatría (agigantamiento del
Estado, ensalzando y saciando la gula del Leviatán, cual si fuese un dios, que
a nombre de él se despliega el abuso de poder en todas sus manifestaciones), con
la consecuente afectación a las libertades individuales.
Toda verdadera transformación
no es externa sino interna. Todo cambio externo (de fachada) es simple reforma
mientras que el cambio interno es verdaderamente capaz de producir
transformación.
El verdadero cambio es a
través de una regeneración por ende amerita una regeneración social, no sólo de
la clase política sino de todos nosotros, los estantes y habitantes de este
país.
Debemos con convicción
evitar la pereza, envidia, avaricia, angurria, codicia y la instauración de regímenes
violentos y dictatoriales, clientelismo, corrupción y perversión.
Es menester instruirnos, educarnos
con calidad y excelencia en un mundo cambiante sin ser unos miserables engreídos petulantes, estar cada
vez más y mejor informados, desarrollar la capacidad de discernimiento y de selección,
valorando cada individuo su propia condición de prócer mientras dure su
existencia temporal, defendiendo y
pregonando con valentía y sentido común, las libertades individuales, la integridad y
la honestidad; actuando con solidaridad
y verdadero compromiso social, para superar el miedo a los cambios sociales y
evitar dejarse engañar por los falsos e hipócritas salvadores mesiánicos.
Todo ello se resume,
haciendo efectivas aquellas estrofas de nuestro Himno Cruceño:
"Siempre libres cruceños, seamos,
cual lo son nuestras aves y flores,
y sepamos vencer los rigores
del que intente a la Patria oprimir".