Ciro
Añez Núñez
¡La Amazonía
arde!, ese ha sido el titular en muchos medios de comunicación a nivel nacional
e internacional, dando inicio a una serie de debates mediáticos sobre
medioambiente y ambición depredadora.
Cabe mencionar
al respecto, que los extremos son malos, por un lado, el fanatismo
medioambientalista que simplemente acusa a todas las empresas por la
elaboración de plástico olvidando que son las personas con malos hábitos
quienes contaminan no reciclándolo y botando en cualquier parte dicho plástico,
provocando enormes cantidades de basura; y, por el otro lado, los que creen que
la protección al medio ambiente es puro cuento y lo que realmente importa es
obtener dinero como sea y a cualquier precio, al extremo
que los colonos presionan para asignarse tierras en zonas de reservas
naturales, no agrícola, llegando a dárselos en bandeja con fines puramente
políticos económicos.
A este debate
también se suman los incrédulos, aquellos que a todo desean darle una
explicación científica o que todo es un accidente para justificarse (olvidando
que la vida no necesariamente tiene una explicación científica, pues podrán
llegar a saber en qué momento pudo haber estallado el Big Bang pero no quien
lo provocó). Aquellos podrán decir que el daño ambiental no es tan grave, el fuego después de todo se apagará, pues al final todo se transforma; sin embargo, eluden decir que el impacto en la calidad de
vida es y será para nosotros y para nuestros hijos. En el asunto del medio
ambiente, las víctimas somos nosotros y nuestro entorno no solo es cuestión de una selva quemada,
un río contaminado o un lago seco.
Estas
elucubraciones algunos lo hacen cómodamente sentados en el sofá de sus casas,
en sus escritorios con aire acondicionado o en una charla de café de amigotes o
compinches, en una tertulia, o whatsappeando, etc., mientras tanto, hay quienes
están combatiendo al fuego con todas sus fuerzas, exponiendo incluso su propia vida y su salud por salvar la vida silvestre, la flora y la fauna en dichas zonas de
reservas forestales, trabajando en lo urgente y no simplemente sentados
discutiendo lo importante.
Del mismo
modo, podemos ver muchas otras situaciones antagónicas, como por ejemplo, algunos
niños y/o adolescentes ensimismados jugando videojuegos online de construcción,
de combate o de supervivencia en la jungla o en la aldea digital, donde vivir o
morir es cuestión de apretar un par de botones de consolas y cuando ellos son eliminados o
no se les permite acceder a dichos juegos, llegan al extremo, de verse afectados
de sobremanera en su equilibrio emocional exteriorizado en berrinches o
muestras de aburrimiento total (no encontrando en ese momento contentamiento alguno
incluso en ir a practicar algún deporte); mientras eso ocurre en la ciudad, resulta
que en la selva amazónica, niños y jóvenes de determinadas comunidades están en
una verdadera lucha frontal de supervivencia por su entorno natural, la
biodiversidad, velando por las aportaciones
que ofrece la Amazonia al equilibrio planetario, combatiendo con el fuego y lidiando
por la vida, experimentando en ellos problemas de salud.
Pero lo mejor,
es que “no todo es así” en la ciudad, porque también vemos con beneplácito a muchos niños,
jóvenes y adultos activos, aportando, llamando a la reflexión a las autoridades
y colaborando a que se les preste ayuda a quienes están dando todas sus fuerzas
y experiencia en el combate al fuego en la Amazonía boliviana.
No son tiempos
de hacer campañas políticas con la desgracia tampoco tiempos de frivolidades (Ej.:
de estar distrayéndonos o alegrándonos, asistiendo a retretas o payasadas
mientras otros sufren, restando importancia al daño ambiental que es
preocupante). Son tiempos de crisis, son tiempos de solidaridad activa!.
Ayudemos a
los bomberos, a los voluntarios con experiencia y a las comunidades que están
lidiando en apagar el fuego, ayudémoslos con víveres, medicinas, nebulizadores, etc. (Ej.:
existen niños enfermos con dolencias respiratorias, conjuntivitis, no hay
alimento, ríos secos, etc.).
No sólo la
miremos de palco y/o tampoco nos demos de muy inteligentes en el debate sin
antes colaborar en tratar lo urgente. Acudamos a los lugares (oficiales y de
organizaciones civiles serias) de acopio para ayudar a dicha gente. Todas esas
personas y vida silvestre nos necesitan.