sábado, 3 de agosto de 2019

La Patria es libertad.

Ciro Añez Núñez.


La Patria, tomada literalmente significa “tierra de los padres” refiriéndose al afecto natural por el terruño, por los lugares donde vivieron nuestros mayores, incluso por los tiernos recuerdos que suscitan las vivencias e infinitas imágenes de nuestros barrios y comunidades; es decir, se relaciona con aquellos vínculos de diversa índole, como ser: afectivos, culturales, históricos y jurídico.

Sin embargo, no debemos entender a la patria, única y exclusivamente como himnos guerreros, marchas, uniformes ni al estudio de la historia en términos de municiones y pertrechos de guerra, pues como dice Alberto Benegas Lynch (h), “de enfocarnos sólo en esos dislates nacionalistas, tarde o temprano conducen a la demanda por líderes mesiánicos”, los cuales tanto daño hicieron y hacen a la región latinoamericana, al extremo chauvinista de tratar de confundir los conceptos de patria, vida y muerte, cuando éstos no son sinónimos, ni siquiera son consecuentes.

Esta vida muchas veces transcurre en vanidad y agigantamiento del ego personal, “distraídos” bajo un sistema de creencias sin pensamiento analítico, crítico y reflexivo; por ejemplo: “creer” firmemente que hemos venido a este mundo material para llevar una vida egocéntrica y acelerada destinada a satisfacer todos nuestros deseos de forma intensa y lo más pronto posible; "creer" que es la política y la fe en las Constituciones, la pócima o el remedio a todos los males de este mundo, alimentando de esta manera, las ansias de algunos por obtener el poder de forma vitalicia asegurando su impunidad; “creer” que el cambio es mediante revoluciones, guerras económicas y constantes reformas pero nunca apostando por la regeneración humana, como si la vanagloria, la codicia o aquella mezcla de ego, culpa y amargura disfrazada de religiosidad, fuesen fuente de vida, mientras procrastinamos lo más importante y esencial.

Es necesario redefinir todo (la economía, el patriotismo, la política, la religión, etc.) pues a nivel mundial seguimos haciendo lo mismo y todavía vivimos esperanzados en obtener resultados distintos y mejores.

En ese sentido, amerita recordar al escritor y poeta argentino Esteban Echeverría, quien decía: “la patria no es la tierra sino la libertad, el que se queda sin libertad se queda sin patria”.

Este 6 de agosto recordamos los 194 años de la independencia de Bolivia, una festividad que conmemora la declaración del acta de la independencia, un documento que dio la ansiada libertad a los bolivianos y que proclamó la República de Bolivia.

Esa independencia “basada” en la libertad. Esa libertad que implica responsabilidad (porque lo contrario, no sería libertad sino libertinaje). De allí que  esa  independencia “sustentada” en la libertad es la que no solo nos hace artífices de nuestro destino sino también responsables del mismo.

Advirtamos: “independencia no significa automáticamente libertad”; la experiencia así lo demuestra, por ejemplo: Marruecos, es un país independiente; sin embargo, las libertades brillan por su ausencia, especialmente en el ámbito de la libertad religiosa, éstas terminan siendo una paradoja.

En un país en dictadura existe violencia y vulneraciones a las libertades, constituyéndose dicho territorio en una enorme celda y aquel gobierno dictatorial en el carcelero; por lo tanto, el que se queda sin libertad se queda automáticamente sin patria, pues ésta ha sido arrebatada por el abuso de poder. Por lo tanto, la PATRIA es en realidad la libertad. Aquellas libertades individuales y públicas que son el fundamento de la democracia y por ende deben verse garantizadas en aquella tierra natal o adoptiva.

Esas libertades implican el respeto irrestricto por los proyectos de vida de todos y cada uno de nosotros; y, es la buena educación aquella columna vertebral de la convivencia pacífica, que nos permite comprender que todos somos distintos y por consecuencia cualquier generalización resulta del todo inconsistente, máxime si es gracias a esa libertad y a la desigualdad (por ejemplo: en talentos, dones, habilidades y destrezas), que es posible experimentar el progreso.

Con todo ello, los invito a recordar el día de la PATRIA también desde esta  perspectiva como del día de la LIBERTAD, porque más adelante, quien sabe, con el devenir de los siglos, podríamos concluir con las palabras de Jorge Luis Borges Acevedo: en el sentido de que “vendrán otros tiempos en los que (todos) seremos cosmopolitas como querían los estoicos”.