Ciro Añez Núñez
Llama poderosamente la atención que llegado el siglo XXI junto con
la idea de la sofisticación con mayor tinte comercial (en todo y para todo) también se puso de moda el Trastorno por
Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) en casi todas las unidades
educativas del mundo, cual si fuese una epidemia; y, usualmente al no tener
profesores preparados en entornos no tradicionales, carentes de mentalidad
tecnológica pretendiendo que todos sus estudiantes presten atención de manera uniforme siendo que éstos se encuentran altamente
estimulados por los artefactos tecnológicos existentes en el mercado; por lo
tanto, al no saber manejar la situación, muchos optan por etiquetarlos y para evitarse mayor trabajo buscan con "total carencia vocacional" la manera de desligarse de
ellos, bajo la idea de «ayudarlos» y «no perjudicarlos», incrementando a los
padres más cargas y gastos: contratación de otros profesores particulares casi
para todo, psicopedagogos, diagnósticos, etc., para finalmente sugerir que
busquen otras alternativas escolares que tengan clases más personalizadas, que
el número de estudiantes sea más reducido, etc.
Inclusive se pueden dar situaciones extremas de peregrinaje por parte de los padres en búsqueda de
escuelas porque resulta que nadie los desea recibir, cual si fuese la nueva lepra escolar en pleno siglo XXI.
El TDAH al ser tan generalizado de forma extrema es de suponer que la misma vaya perdiendo
credibilidad o certeza. De allí que el reconocido psiquiatra infantil José Luis
Pedreira Massa, explica que existe un sobrediagnostico de TDAH en el mundo, el
cual está causando mucho daño, llegando a afirmar que entre el 50 y el 60% de
los niños diagnosticados de TDAH en realidad no lo tiene.
En ese sentido, amerita que acudamos más al sentido común, es
decir, en vez de verlo al TDAH como una enfermedad (que debido al sobrediagnóstico y en muchos de los casos, hacer uso y abuso de la farmacopea, se llega al grado extremo de convertirlo en una epidemia mundial, donde la letanía de sus síntomas se generalizan descomunalmente) siendo que técnicamente no es una enfermedad sino que ha sido rotulado como "condiciones incurables"; cabe preguntarnos: ¿por qué no etiquetarlas como "condiciones que aún no se sabe exactamente cómo tratarlas", a diferencia de ser condenadas de plano como "condiciones que no se curan"?.
De todas formas y de la manera de cómo se viene afrontando en la actualidad el TDAH bajo "condiciones incurables" o no, deberíamos más bien considerar la posibilidad de verlo a lo mejor como una consecuencia de una sociedad sobrecargada de estimulación tecnológica sin medir consecuencias, sedentarismo en los niños, mayor consumo de productos procesados (con mayores niveles de azúcar, edulcorantes artificiales, colorantes de alimentos, etc.) en vez de alimentos naturales sumado a un sistema educativo caduco y poco proactivo (que no está acorde a la realidad y a las respectivas exigencias que ella trae consigo). Nos guste o no, ya no responde a la realidad porque continua haciendo lo mismo, saturando de mucha información en la mente sin ningún enfoque significativo ni crítico reflexivo al respecto.
De todas formas y de la manera de cómo se viene afrontando en la actualidad el TDAH bajo "condiciones incurables" o no, deberíamos más bien considerar la posibilidad de verlo a lo mejor como una consecuencia de una sociedad sobrecargada de estimulación tecnológica sin medir consecuencias, sedentarismo en los niños, mayor consumo de productos procesados (con mayores niveles de azúcar, edulcorantes artificiales, colorantes de alimentos, etc.) en vez de alimentos naturales sumado a un sistema educativo caduco y poco proactivo (que no está acorde a la realidad y a las respectivas exigencias que ella trae consigo). Nos guste o no, ya no responde a la realidad porque continua haciendo lo mismo, saturando de mucha información en la mente sin ningún enfoque significativo ni crítico reflexivo al respecto.
De toda esa información dada durante más de doce años de
encierro escolar, nadie (en los hechos) llega a usarlo en su totalidad. Se
trata de un sistema educativo obsoleto ensimismado en enseñar a todos por igual
y luego clasificarlos a quienes no respondan a sus parámetros o expectativas
institucionales, estando más afanados en cumplir sus metas impuestas; olvidando
que nada puede permanecer exactamente igual en el tiempo. Es ilógico persistir
estático y monótono perennemente, porque de ser así, no habría crecimiento ni
progreso en las sociedades.
La idea de que todos somos absolutamente iguales es un mito, muestra de ello, es que cada persona somos distintos en talentos, pero en el ámbito de la instrucción escolar insistimos en tratar a todos por igual, metiendo información que nunca usarán de forma individual; por lo tanto, es hora de apostar por un aprendizaje
significativo, ligado a las emociones, que despierte el interés y la motivación
como defiende Francisco Mora en su libro “Neuroeducación” (Alianza Editorial,
2013) y el papel fundamental de la emociones positivas en el proceso de
aprendizaje y enseñanza, así como la participación activa del alumno/a en su
propio proceso de enseñanza acorde a los "talentos" que cada persona posee, colaborando al posterior despliegue del mismo.
A continuación un interesante artículo de Isabel García
(entrevista al psiquiatra infantil José Luis Pedreira Massa), accediendo al
link: https://www.nuevatribuna.es/articulo/salud/50-60-ninos-diagnosticados-tdah-no-tienen/20170201101553136239.html
Así también, noticias que indican que en países como España,
han convertido al TDAH en una epidemia, accediendo al link: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-hemos-hecho-tdah-epidemia-201804030120_noticia.html