Ciro
Añez Núñez
Las noticias dan cuenta sobre el peligroso
incremento de la delincuencia. Ya no es novedad escuchar la consumación de
delitos porque éstos ocurren casi a diario.
Las asociaciones delictuosas están al
orden del día y cada vez más la población siente el impacto de las pandillas
juveniles.
Ya se han realizado varias cumbres
departamentales y nacionales de alto nivel sobre inseguridad ciudadana; sin
embargo, han quedado solo en discursos y en un manifiesto de buenas intenciones.
Es hora que entendamos que una sociedad no
se cambia por decreto, leyes ni sentencias. El mejor combate a la delincuencia
no se encuentra en los tiempos de los poderes ejecutivos, legislativo o
judicial sino más bien en el tiempo y en el rol de los padres (Vid. pág.
228 del libro “Los delitos de corrupción”, Ed. El País, 2011).
Al decir que es el tiempo de los padres y
de la educación integral, no sólo consiste en la educación formal que imparten
los colegios sino también en la educación primordial de los padres enseñando la
virtud con el ejemplo.