miércoles, 12 de octubre de 2011

Día Internacional de la Alfabetización.

Ciro Añez Nuñez

En el año 1967, la ONU y la UNESCO decidieron que el 8 de Septiembre se celebraría el “Día Internacional de la Alfabetización”.

A partir de ese momento se han realizado muchos esfuerzos para que la población aprenda a leer y escribir; sin embargo, cabe preguntarnos: ¿Basta con saber leer y escribir?
Se entiende por alfabetización básica cuando una persona sabe leer, escribir y conoce las reglas elementales del cálculo.

Si bien la UNESCO señala que una persona es analfabeta cuando “no puede leer ni escribir una breve frase sobre su vida cotidiana”; sin embargo, debemos también reconocer que existe en el mundo, centenares de millones de “analfabetos funcionales”, es decir, personas que saben leer y escribir una frase sencilla pero que no van más allá de eso. Por ejemplo: no saben rellenar un formulario, interpretar un artículo de un periódico o usar los números en la vida cotidiana.

El logro de la alfabetización básica en una sociedad es un objetivo importante; pero es la “alfabetización funcional” la que permite a los individuos desarrollar un papel importante en la vida social y económica de esa sociedad. Por ejemplo, en la actualidad quien no aprenda a manejar una computadora se verá limitado para su desarrollo.

El pedagogo brasileño Paulo Freire, con justa razón dijo: La alfabetización es más que leer y escribir. Es la habilidad de leer el mundo, es la habilidad de continuar aprendiendo y es la llave de la puerta del conocimiento”. Por este motivo, los gobiernos y la cooperación internacional no debieran conformarse únicamente con la alfabetización básica.

La campaña internacional “Educación para Todos” desarrollada por la UNESCO se propuso 10 objetivos del Milenio, siendo el segundo: “lograr la enseñanza primaria universal para el año 2015″.

Actualmente nos encontramos a cuatro años del tiempo trazado; razón por la cual, ameritaría que en nuestro país se haga un estudio serio para determinar si realmente se ha logrado o se logrará la enseñanza primaria universal.


Si esto fuera así, cabría preguntarnos: ¿si la enseñanza primaria es o será realmente universal?; ¿si la política de bonos durará por la eternidad a cambio de educación primaria?; y, ¿será eficazmente posible que dichos esfuerzos erradicarán la pobreza y el hambre?.

El artículo 84 de la Constitución, establece queEl Estado y la sociedad tienen el deber de erradicar el analfabetismo a través de programas acordes con la realidad cultural y lingüística de la población”.

Este postulado constitucional, de cierta manera rendirá examen el año 2015 de acuerdo a los objetivos del milenio.

Cabe hacer notar que en nuestro país, la alfabetización constituye un derecho fundamental de toda persona (artículo 17 de la Constitución). No sólo porque la habilita para ejercer plenamente todos sus derechos sino para seguir aprendiendo, conociendo e interactuando con el mundo circundante, tal como advierte Freire.

En ese sentido, considero que los Estados subdesarrollados debieran aunar esfuerzos para erradicar el “analfabetismo funcional” y evitar quedarse en el jolgorio por alcanzar un alfabetismo básico disfuncional (carente de sentido común); debiendo para ello por ejemplo: invertir más en tecnología y en acceso al Internet de manera gratuita en los colegios fiscales o en su defecto abaratando los costos para todo el sistema educativo, tanto privado como público; y, por qué no decirlo, incluir la reducción de precios y los alcances de la señal a favor de toda la sociedad.

No debemos enfocarnos exclusivamente en la emisión de bonos como si éste fuera un anzuelo, pues como bien sabemos la escolaridad es considerada constitucionalmente como derecho y como deber, lo cual conlleva a un obligatorio  cumplimiento; por lo tanto, debiera invertirse más bien en mejorar la calidad educativa con innovadoras adquisiciones apostando por la tecnología, la información y el conocimiento en todos los niveles educativos.

Al apostar por una mayor y mejor educación integral (con principios y valores) las esperanzas por reducir la pobreza tendrán un futuro más prometedor; puesto que la verdadera riqueza se encuentra en el talento humano y no así en el dinero adquirido.

Al ser el dinero un bien en constante depreciación, éste no debiera constituir en el eje central de la vida humana sino simplemente como un medio útil e importante para alcanzar algunos objetivos. Es hora de un cambio de mentalidad.