sábado, 8 de diciembre de 2012

Año 2012: Entre “Bonanza” y Necesidad de Certidumbre Jurídica y Calidad Institucional.

Ciro Añez Núñez.

El avance en la aprobación de nuevas leyes en Bolivia es paulatino, teniendo en cuenta que el oficialismo, en época electoral, propuso un paquete de cien (100) leyes de las cuales aproximadamente más de cincuenta correspondían a leyes de carácter socio económicas; mismas que aún no han sido completadas, lo cual implica que el proceso de implementación llevará probablemente más periodos legislativos.

Bolivia, en estos últimos años, sin duda alguna ha experimentado un auge en la macro economía gracias a la obtención de un mayor valor en la exportación de materias primas (principalmente las no renovables, como ser los hidrocarburos), las cuales generan mayores ingresos públicos y a su vez ha favorecido principalmente a cuatro sectores: 1) la Banca (el sistema bancario ha acrecentado sus ganancias y además se ha visto  favorecido por la bolivianización); 2) las cooperativas mineras que además no pagan algunos impuestos; 3) el sector manufacturero, especialmente el vinculado con el cemento, como consecuencia de la expansión de la construcción de viviendas aspecto que es muy peculiar dado la similitud con aquellos países donde el narcotráfico tiene una mayor incidencia, como ser: México y Colombia; y, finalmente, 4) existe un incremento del gasto en la administración pública.

Como vemos aquella “bonanza” en términos formales en realidad ha beneficiado significativamente a determinadas manos quedando rezagados los sectores productivos; por lo tanto, es menester tomar mayor atención y énfasis a dicho sector, y para ello no solo se necesita del uso de mano de obra sino además del capital, la tecnología y la ciencia.

Del mismo modo, tampoco debiéramos despreocuparnos del crecimiento del  sector informal en el país, máxime si existen informes que dan cuenta sobre un altísimo porcentaje poblacional ligado a la economía informal (esto es: la circulación de dinero proveniente del contrabando, narcotráfico, lavado de dinero, etc.); lo cual implica que aquella “bonanza” que algunas personas pudieran estar experimentando no necesariamente proviene de fuentes idóneas que beneficie el desarrollo integral del país.

Durante el año 2012, la pregunta que muchos se hacen es la siguiente: ¿por qué motivo, si tenemos un importante ingreso de libre disponibilidad se continúa impulsando una política de endeudamiento en el exterior?, esto debido a que llamó la atención la emisión de bonos soberanos por 500 millones de dólares en el mercado internacional, lo cual a vista de muchos expertos constituye un síntoma claro de necesidad, ya que por esta vía se estaría buscando recobrar la confianza del inversionista y de los mercados internacionales, motivado por la falta de certidumbre jurídica dentro del contexto internacional surgido por el fantasma de la nacionalización en Argentina y los conflictos internos que Bolivia experimentó en este año, como ser: las tomas de yacimientos mineros, los bloqueos camineros, la retirada de la empresa Yindal de Bolivia, el cual dejó en suspenso aquel salto cualitativo de pasar de la extracción de minerales a la metalurgia, quedando imposibilitada de otorgar valor agregado a sus recursos naturales. Otro de los problemas que siempre estará latente es el mantenimiento de la subvención del precio de los carburantes, por el fuerte impacto sobre la economía fiscal y la inadecuada manera de ocultar nuestra real situación económica.

Estos y otros factores más, inciden en la necesidad de generar un ambiente de seguridad y sosiego para atraer grandes y buenas inversiones formales que posibiliten el mejoramiento y la dinamización del sector productivo nacional a mayor escala siendo fundamental agregarle valor a la producción (debiéndose invertir en educación de calidad, estimular la transferencia de capitales y tecnología, hacer expedido el surgimiento de clusters de diferentes tipos, incentivando el conocimiento y la creatividad, etc.).

En ese sentido, es lógico suponer que es de suma importancia contar con un marco normativo que genere cierta seguridad jurídica para el inversionista, entre éstas, tenemos: Ley de inversiones, Ley de Bancos y Entidades Financieras, Ley Laboral (Código Laboral y Código de Procedimiento Laboral), Ley de regulación de la cadena productiva, etc.; mismas que hasta la fecha continúan pendiente de promulgación.

Ahora bien, debemos tener en cuenta que no por el solo hecho de crear una inflación de leyes de carácter socio económicas se encontrará garantizada aquella inversión añorada.

Es decir, por más de que existan leyes cuyo espíritu sea el de convertir los mercados financieros más transparentes, traer regulaciones más eficientes, crear mejores condiciones de ahorros, ayudar a la inversión a largo plazo necesario para el desarrollo sustentable y la equidad social, etc.; si estas normas al momento de ser aplicadas no van acompañadas del respeto de los derechos y las garantías constitucionales de las personas ni existe “calidad institucional” que mínimamente garantice la preservación de tales libertades individuales, difícilmente se podrá cumplir aquel espíritu normativo por muy bueno que fuese y por ende se estaría boicoteando así mismo la pesca de aquella inversión de calidad.

Los últimos acontecimientos en nuestro país, lamentablemente no son muy halagadores al respecto, pues existe una Caja de Pandora abierta relacionada con la posibilidad de “proyectos de leyes inconstitucionales” y con “corrupción institucionalizada en algunos sectores públicos” que imposibilita otorgar ese preciado ambiente de “certidumbre jurídica” y “calidad institucional” que Bolivia necesita.

Cabe citar dos ejemplos: 1) el “proyecto de ley de extinción de dominio de bienes a favor del Estado” el cual adolece de inconstitucionalidad, a tal extremo que originó enfrentamientos entre un Ministro de Estado y la presidenta de la Cámara de Diputados sumado a multitudinarias manifestaciones de varios sectores sociales en repudio de dicha norma confiscatoria; y, 2) “la corrupción”  incrustada en determinados sectores públicos donde se pudo evidenciar que sus víctimas fueron personas a quienes se les aplicó las leyes de manera totalmente abusiva, arbitraria, extorsiva y atentatorio a la propiedad privada; muestra de ello, las noticias nacionales informan que existen servidores públicos pertenecientes al Ministerio de Gobierno y algunos operadores de justicia, con detención preventiva por tales hechos de corrupción.

Por este motivo, resurge la importancia de tomar énfasis a la meritocracia y la profesionalización del sector público orientado al servicio ciudadano, además de la rendición de cuentas de sus actos de forma permanente y frecuente, ya que todo servidor público ha sido elegido y/o designado con un poder limitado al servicio y bajo el control de la sociedad, no al revés.

En definitiva, podemos concluir que para garantizar la inversión privada urge de menos judicialización de la política, más protección efectiva de “todos” los derechos humanos y de las libertades, más equidad de género, más seguridad jurídica, más transparencia en la información de gasto y de inversión pública, una democracia representativa más sólida, más confianza y menos corrupción.