sábado, 7 de diciembre de 2019

Bolivia: ¿Qué país queremos?.


Ciro Añez Núñez.

Luis Fernando Camacho es un héroe nacional en la reciente lucha por la democracia y junto a él, muchos otros, como ser: Marco Antonio Pumari, Waldo Albarracin, Casimira Lema, Nelson Condori, Edgar Villegas, Carlos Valverde, entre otros más, quienes aportaron cada uno en su ámbito de aplicación, todo por el bien del país y de la sociedad; por lo tanto, amerita y es necesario que se inserte en la historia de Bolivia estos hechos sin precedentes y todos ellos queden perpetuados en la misma. La historia del pueblo boliviano unido durante los 21 días de fe y coraje, deben ser narrados por generaciones.

Ahora bien, existe otro escenario en vigencia, esto es, el político. En ese ámbito, lo que gravita e interesa es conocer la visión y propuesta de país que ofrezcan los políticos que deseen gobernar.

Como vemos son dos escenarios distintos, el primero fue la defensa de nuestras libertades, todos unidos frente a un dictador; y, ahora el otro momento, son las elecciones generales para decidir quién será el nuevo presidente del país.

Probablemente algunos dirán, que lo uno no se hubiera logrado sin lo otro; sin bien podría ser cierto pero cada escenario es totalmente distinto en tiempos y en esencia; por ejemplo, en el último escenario (el actual) está circunscrito a gobernar un país y ahí, el pueblo boliviano debe aprender la lección, esto es, de analizar adecuadamente las propuestas y decidir: qué y a quién elegir, ya no se trata de resistencia civil contra un dictador fraudulento.

Si bien se dice que el voto es más visceral que racional; sin embargo, no podemos caer en la trampa de que porque casi todos lo hacen así, deba ser tenido eso como bien, máxime si debido a ello, hemos padecido ingratas experiencias.

Actualmente, la última noticia que se tiene, es de gente molesta debido a la división de Camacho y de Pumari, pues se considera que no existirá mayor unidad en un solo bloque opositor.

Al respecto, tengamos en cuenta lo siguiente: para llegar a una verdadera unidad se requiere antes que nada unidad de criterios y de convicciones en la visión y propuesta de país que se debe proponer.

Preguntemos: ¿Qué país desean o proponen?, ya no estamos hablando de repetir frases generales como “democracia”, “libertad”,  “coraje”, “justicia”, “paz”, etc., sino de proponer visión de país.

Entendamos que no sólo es cuestión de usar frases como federalismo o centralismo, para marcar determinadas posturas, pues ellas sin sustento sólido carecen de plena relevancia; por lo tanto, debemos preguntarnos, si existe en ellos (Camacho o Pumari), la firme convicción y entendimiento para construir una verdadera economía de mercado en una sociedad libre y democrática, resaltando la importancia de la seguridad jurídica, la calidad institucional y la certidumbre jurídica en la protección de los derechos individuales, en el rol limitado del Estado, en las libertades económicas y en todo aquello que involucra poner en funcionamiento el verdadero desarrollo de un país; pues para materializar aquellas frases sueltas de democracia, justicia, libertad, paz social, etc., se requiere asentarlas en bases sólidas de desarrollo que la viabilicen y concreten.

En ese aspecto, por el momento poco o nada sabemos de ambos; sin embargo, por su procedencia se vislumbra notorias diferencias, esto es, por un lado, Santa Cruz proyecta el desarrollo capitalista de Bolivia y por el otro, Potosí como minera, deprimida y estatista. De allí la importancia de definir los roles del Estado que cada uno proponga, pues son mundos completamente distintos.

El culto al estatismo ha quedado demostrado que genera mayor burocracia, instaura fácilmente caudillos y dictadores, crea clientelismo, mercantilismo estatal, amiguismo, más corrupción, deprime ciudades, vulnera las libertades individuales, etc. Sin embargo, no nos extrañemos ni nos sorprendamos, que aparecerán aquellos que no aprendieron la reciente lección y seguirán siendo fanáticos por el estatismo.

Lo primordial para cualquier candidatura política es estar discutiendo y estructurando un sólido programa de gobierno y no caer en el error de que la clave es únicamente la ovación de las masas y/o de las bases, pues para conformar un gabinete estatal se requiere unidad de criterios y convicciones. Si tal situación no existe pues no tiene sentido aferrarse a algo que son situaciones completamente distintas.

Dada la experiencia vivida, el pueblo boliviano no debe perder su norte, especialmente en su rol de control social. 

Cada persona de manera individual es libre de decidir sobre su voto pero como organización civil debidamente estructurada debe evitar desnaturalizarse. Por ejemplo, las plataformas ciudadanas podrían convertirse a mediano o largo plazo en control social de los políticos, contra la corrupción y en especial buscar mayor eficiencia en el control hacia quienes se encuentren en la función pública; por lo tanto, no es aconsejable que las plataformas ciudadanas como tal apoyen a “X” o “Y” candidatos, obviamente sí podrían hacerlo a título personal cada persona o miembro si así lo desea, pero no a nombre de determinada plataforma ciudadana, insisto para no desnaturalizarla.

Se avecinan tiempos de ajustes que demandará la economía nacional y en consecuencia se requiere de valientes decisiones técnicas adecuadas, honestas y transparentes para encarar la tarea de gobernar con coherencia y eficacia.

Por lo tanto, lo que nos queda como bolivianos es escuchar y conocer las propuestas de los candidatos, la visión de país que proponen, pues de ellos saldrán las autoridades y los servidores públicos que estarán a cargo.

Debemos decidir en base a la experiencia vivida y de la manera menos emocional posible, y sobretodo jamás debemos renunciar al control social, evitando el fanatismo hacia seres humanos o pretender instaurar ídolos que luego pueden convertirse en dictadores carceleros, tropezándonos nuevamente con similares piedras del pasado.