viernes, 28 de diciembre de 2018

La corrupción y los hábitos.

Ciro Añez Nuñez




Siembra vientos y cosecha tempestades eres el resultado de como actúes. Durante nuestra existencia se cobra las buenas o malas acciones.

Nuestra vida se basa en el principio de la siembra y la cosecha porque vivimos en un mundo de causa y efecto. Muy a menudo sembramos semillas en la vida sin pensar qué nos traerá esto de cosecha. Los hábitos son el resultado de la cosecha de las semillas de pensamientos sembrados en nuestra mente.

Muchas de las experiencias de la infancia son la semilla que produce lo que ahora somos. Es decir nos transformamos en la persona que somos hoy, basados en la semilla que se sembró en nosotros. 

De tal manera, que si alguien es criado en un ambiente donde sólo se refleja lo corrupto e informal bajo el criterio: que "para hacer negocios y obtener ganancias no se debe ser ni hacer lo correcto pues se tiene que buscar siempre los atajos (mentir, alabar a la informalidad y la corrupción)", que "si alguien desea ganar mucho dinero debe apostar por cosas corruptas sino que emprenda algún negocio con un santo en vida y al resto que ya está beatificado que les prenda vela"; bajo esa lógica, cuando esta persona adquiera mayoría de edad, tendrá la tendencia de moverse hacia las cosas corruptas e informales; a no ser que esté dispuesto a romper esa cadena que le trasmitieron por generaciones.

Recordemos que el término “corrupción” viene de la palabra latina corruptio significa decadencia moral, comportamiento malvado, putrefacción o podredumbre.  Este concepto tiene un enfoque dual, pues puede aplicarse a lo físico, cuando se emplea el término “putrefacción” mientras otros usan el término de “fermentación”, o un significado moral como el “deterioro o decadencia moral; perversión o destrucción de la integridad en el cumplimiento de los deberes públicos por cohecho o clientelismo”.

Desde una perspectiva genérica, existen dos tipos de corrupción: la privada y la corrupción pública o administrativa; y, en muchos de los casos ambas se entrelazan (Ej.: en el cohecho o soborno, existe el corruptor y el corruptible).

Es frecuente en nuestra naturaleza humana buscar responsables externos sin asumir la cuota de responsabilidad como estrato social.

Debemos entender que cuando la corrupción (hábito de transitar a través de los atajos) llega a enraizarse en una sociedad, ésta se convierte en un estilo de vida, que también lleva por nombre doctrinal «estado de corrupción» o «sistema institucionalizado de corrupción». Por lo tanto, una sociedad que posea dicho estilo de vida, no debiera extrañarse de los frutos que produce.

Bajo esta óptica, para que una sociedad pueda cambiar de estilo de vida, es necesario que los ciudadanos cambien de mentalidad. Debemos darnos cuenta, ¿qué es lo que en realidad estamos haciendo?; y, posteriormente entender que si seguimos haciendo lo mismo por años obviamente conseguiremos el mismo resultado y lo que es peor agravándose en la medida en que la sociedad se desarrolla.

Es hora de hacer las cosas diferentes para obtener un resultado diferente, lo cual derivará en un cambio de hábitos. Por lo tanto, simplemente viendo nuestros hábitos, somos capaces de predecir nuestro futuro.