Ciro Añez Núñez.
Para nuestros países
latinoamericanos, soy un convencido, que una parte de mejorar como seres
humanos es la “unidad”, resaltando el valor de la propiedad privada, la transparencia
(que incluye el acceso a la información veraz -no maquillada- y la rendición de cuentas)
y el respeto al valor de la palabra (de
los acuerdos o contratos), que posibilitan la construcción de la confianza (clave de la cohesión social y el
crecimiento en América Latina).
La unidad latinoamericana es una
necesidad, no solo un ideal o una utopía, debido a los desafíos compartidos y
las ventajas de la cooperación.
No debemos incapacitarnos por el
miedo a los desafíos o retos (como lo es,
el lograr la unidad latinoamericana).
Entendamos lo siguiente, que si
bien, lo incierto (que constituyen los retos),
puede paralizarnos por el temor a lo desconocido; sin embargo, ante el evidente
contexto de subdesarrollo y de crisis permanente y reinante de diferentes
indoles en la región latinoamericana, lo cual, es una total certeza (sobre lo mal que estamos) y es una
constante histórica (seamos conscientes y
sinceros: llevamos ya bicentenarios, sin haber siquiera logrado tener países,
realmente desarrollados y totalmente industrializados), por lo tanto, abrazar
lo incierto (es decir, los retos, como la
unidad latinoamericana), implica sin lugar a dudas, “oportunidades”,
significa avanzar y no quedarnos estancados o adormecidos en lo mismo,
totalmente desunidos y reprochándonos mutuamente como si por criticar al otro,
eso nos hará mejores. Eso es un total despropósito.
Integrar la región permite fortalecer
la economía, la política, la academia y la cultura, aumentando la influencia en
el escenario global y promoviendo el desarrollo sostenible para todos los
países latinoamericanos.
En ese sentido, para que exista unidad,
debe primar necesariamente "el respeto" entre países latinoamericanos, no dar
pleitesía a la mentira, al engaño y a la arrogancia, tampoco alabar a los políticos
fanáticos dogmáticos y corruptos, ni tener presidentes que sean lacayos o
vasallos de potencias mundiales sino todo lo contrario, es decir, que velen por
los propios intereses, donde el bloque latinoamericano tenga su propio juego, su
propio plan estratégico de desarrollo, con un sentido de integridad y de
inclusión, donde cada país, por ejemplo, pueda destacarse, ser promovido y promocionado con
sus productos de exportación, donde exista la "marca global latinoamericana" (esto es, sin intereses nacionales contrapuestos).
Es ridículo que, entre países
latinoamericanos, existan acomplejados (a
quienes les apesta el país donde nacieron y viven pensando de forma
eurocéntrica o pro potencias mundiales foráneas, creyendo que afuera - estar en
otro país-, siempre será mejor); o, que entre latinoamericanos nos estemos criticando
vilmente, comparándonos mediocremente en nuestras propias miserias, es decir, los
unos creyéndose los grandes campeones por apuntar a los otros, indicando que
éste es más pobre que el otro; o, quién es más o menos corrupto que el otro, en
base a propagandas publicitarias prepago u opiniones direccionadas mensuales o
anuales; o, que busquen ganar protagonismo, inmiscuyéndose en pleitos ajenos
internacionales, siendo hinchas o porristas serviles a los intereses de alguna potencia
mundial (siendo títeres de ella),
buscando “tontamente” generar bronca y/o confrontación entre países vecinos
latinoamericanos, provocando nuevas y absurdas guerras proxy, con el gran
riesgo que esto representa para la región, de llegar a convertirse nuestros
pueblos y territorios en patios traseros de confrontaciones bélicas de bloques
de potencias, presas de los intereses geopolíticos ajenos. Respetémonos entre
países latinoamericanos y busquemos la excelencia, no nos perpetuemos en la ramplonería,
absolutamente desequilibrados.
Adviértase, cómo los intereses
geopolíticos, pueden desgraciar las vidas de las personas, pues de un momento a otro, pueden acabar con sus ciudades destruidas,
gente sufriendo, niños huérfanos, mutilados, pobreza reinante, imposibilitados a
tener instrucción escolar por las guerras, familias separadas, disgregadas y
destrozadas, etc. (por lo tanto, tómese en cuenta, eso, de que la geopolítica de los negocios, puede tener su impacto positivo y negativo, con sus consecuencias crueles para ciertas naciones y economías).
Como vemos, las guerras afectan a
los pueblos de aquellos países que ingresan a ese desquiciado juego, todo por
culpa de sus clases políticas corruptas, fanáticas y acomplejadas, pues quienes
ponen los muertos y todos los padecimientos humanos, son los pueblos de
aquellos países convertidos en patios traseros de guerras subsidiarias (o guerras por delegación); mientras los
grandes ganadores, siempre serán las potencias dominantes en un mundo tripolar,
mientras ellos mantienen a los demás países del planeta, con sus pueblos totalmente
desunidos, resentidos, pobres y peleados entre sí, cumpliéndose aquel viejo
adagio “Divide et impera” (divide y
reinarás), logrando sus propósitos deshonestos, de mantener etiquetados a
dichos países como subdesarrollados, con una perenne población ignorante,
ingenua, atemorizada, manipulada, engañada, totalmente fanática, distraída y
frívola.
La unidad latinoamericana ofrece
un potencial significativo para superar el subdesarrollo, pero requiere de
voluntad política, acuerdos pragmáticos y la superación de diversos desafíos (entre ellos, por ejemplo, diferenciar entre
ideologías y políticas, dejando de lado, aquellos fanatismos dogmáticos e
ideológicos, que son puras fumadas filosóficas, utilizadas usualmente para
dividir, distraer y confrontar a los pueblos, para conservarlos en la
mediocridad, el sectarismo y la miseria).
Caminemos por el camino del
medio, no por los extremos (no seamos
necios fanáticos y dogmáticos recalcitrantes y fanfarrones, aferrándonos a las
extremidades de Izquierdas y/o de Derechas), conduzcámonos por un sendero de
centro, con patriotismo auténtico (no chovinismo), pragmatismo y unidad; conscientes, percibiendo la realidad con claridad, desde
la perspectiva económica, aprendiendo y practicando lo que funciona, enfoquémonos
en el presente, en lo que es real y evidente, esto es, reconocer que el
capitalismo es necesario para generar recursos económicos (lo tenemos de sobra demostrado con China, Singapur, Corea del Sur,
etc.), por ende, preparémonos como países en el capitalismo, generadores de servicios, infraestructura, meritocracia en los negocios con un sentido de
integridad (inclusivo no excluyente),
etc., y apartémonos de todo ese merluzo fanatismo dogmático politiquero de
Izquierdas Vs Derechas, fabricantes de miseria e inventores de ilusiones, populismo,
alucinaciones, reality show y ansiedades a su población.
La integración regional no es
solo un objetivo político, sino también una estrategia económica y social que
puede beneficiar a todos los países “latinoamericanos” (que incluye obviamente a Brasil, no estamos hablando de Hispanoamérica
sino de Latinoamérica).