Ciro Añez Núñez*
“Divide et impera”, es el viejo
adagio “divide y reinarás” más usado por la especie humana como un juego o
estrategia política generalizada a nivel mundial aplicable lamentablemente para
ignorantes e ingenuos con propósito de dominación, manipulación y engaño. De
allí que se dice que los sátrapas desean tener siempre a los pueblos tontos. No se invierte en educación de calidad no sólo porque es a largo plazo sino porque el mayor rédito político consiste en mantenerlo al pueblo en la ignorancia, mediocridad y pereza.
Dividir es polarizar, esto es,
irse a los extremos de dos polos para que se distraigan y combatan entre sí. Es
por ello, que existe históricamente un incentivo a los dogmatismos, fanatismos
y radicalismos que no es otra cosa que un síntoma de la ignorancia que conlleva
a la pérdida del sentido común.
El perverso que desea riqueza
rápida y constante, para conservar privilegios y permanecer su dominio sobre los
demás, buscará siempre atomizarnos, dando por resultado: sociedades y/o pueblos
que llevan toda una vida dividida, a la defensiva, en disputas entre sí,
sobredimensionando las cosas para usarlo luego como pretexto, sea por motivos
de origen nacional o étnico, raza, ideologías, color, territorio, género,
idioma, ascendencia, vestimenta, sexo, sexualidad y todo cuanto sirva y sea
útil para encender las pasiones, llegar a los extremos y mantenernos a todos,
fragmentados, totalmente divididos.
De esta manera, cualquier
pretexto es aprovechado y es conducente a una polarización inmutable, por
ejemplo: feministas Vs machistas; guerrilla Vs paramilitares; Derechas Vs
Izquierdas; Comunistas totalitarios Vs dictadores de Derecha, fanatismo sobre
enfoque de género Vs los conservadores o tradicionales; los pro vida Vs pro
aborto, religiosos Vs ateos, hombres Vs mujeres, jóvenes Vs adultos mayores, etc. Mientras más divididos y desinformados estemos, más
manipulables y distraídos por lo mediático seremos, mientras quienes conservan el
poder disponen de los recursos naturales y económicos a su favor.
Esto, lamentablemente, es fácilmente logrado, porque como persona, de manera individual, no se aspira
a un dominio propio.
No buscamos conocernos mejor a nosotros mismos de forma particular para mejorar íntegra e integralmente, y por consecuencia, somos más proclives a ser dócilmente engañados y a dar rienda suelta a nuestros caprichos y frenesí, sin cultivar contención, dominio propio o también conocido por otros como “inteligencia emocional”; razón por la cual, caemos constantemente en victimizaciones, es decir, dejamos que todo nos afecte pensando que todos los demás son los malos y nosotros somos siempre las únicas víctimas, cuando en realidad el problema muchas veces gravita en la falta de autoestima y dominio propio, siendo más reactivos que preactivos.
Conozcámonos a nosotros mismos y tratemos de mejorar (confrontémonos consigo mismo sin procrastinación).
Si nosotros mismos somos dueños
de nuestras emociones, por ende, somos nosotros quienes permitimos que algo
(alguna circunstancia, evento, etc.) o alguien, nos afecte. Y, por el
contrario, si tuviéramos templanza, seríamos capaces de evitar sometimiento,
manipulación, ser timados y tiranizados; y, por consecuencia, no estaríamos experimentando
constantes rivalidades entre extremistas, con los cuales nos mantienen divididos
sin transitar por el camino del medio que lleva al desarrollo, el progreso y la
prosperidad integral.
Advirtamos las denominadas
“grandes potencias” son pragmáticas (no fanáticas dogmáticas), luchan por
mantener su unidad, tanto en lo territorial como en lo poblacional, se
expanden, luego amalgaman y defienden dicha unidad; por lo tanto, para mantener
su hegemonía les resulta más favorable tener continentes, países y naciones
divididas que unidas.
En Sudamérica, es bastante
sintomático que, por siglos de los siglos, casi todos, apuestan por
“revoluciones políticas” y seguimos permaneciendo en el peor retraso de siempre en comparación con los países con mayor
desarrollo.
Es hora que como nación boliviana
nos demos cuenta que nada conseguimos con rivalidades internas y dejándonos
dividir mientras el pueblo cada vez se empobrece económica y mentalmente, se les violenta las libertades individuales y la propiedad privada, sumado a que se embrutece de forma desvergonzada e ininterrumpidamente con altos
niveles a diario de violencia, violaciones, crímenes atroces, etc.
En vez de ensimismarnos con
aquellas etiquetas de revoluciones políticas, levantemos la vista, no seamos
solo seguidores y consumidores sino promovamos verdaderas revoluciones
industriales, tecnológicas, la 4ta revolución industrial, preparémonos para el
advenimiento del transhumanismo, 5G y 6G, computación cuántica, robótica de
segunda generación, inteligencia artificial, entre otras tecnologías.
Seamos protagonistas, como país,
como región, destaquémonos en algo productivo, no solo nos
conformemos en ser revendedores (comprar barato para vender caro) tampoco
confundamos emprendedores con contrabandistas o con narcotraficantes que
constituyen empresas como pantalla para lavar dinero; seamos productores,
desarrolladores, creadores, incentivemos las carreras técnicas y tecnológicas,
ingeniería, científica, invirtamos en investigación, conocimiento, tecnología, seamos
generadores de patentes y no fabricantes de miseria, corrupción y perversidad.
Esforcémonos por ser éticos no
simples legalistas (cuando sabemos que no
todo lo legal es ético, por lo tanto, dejemos aquella hipocresía de que si
contamino no hay problema porque la ley me lo permite; usar exagerados
formalismos como herramienta para impunidad, por ejemplo: no hay prueba – se
quemó, se murió, desapareció- aunque exista delito no hay autor punible, etc.; dejemos de cumplir tan solo apariencias; busquemos la responsabilidad y el resarcimiento
de daños por parte de todos de quienes se beneficiaron del delito), ni seamos
aquellas personas (vagos codiciosos) que desean obtener riqueza rápida e instantánea mediante la
mediocridad, el amiguismo, la competencia desleal, las medias verdades, el cabildeo, el engaño (estafas piramidales, incremento en las redes sociales de los gurús de los business, que dicen convertir a cualquier persona en millonaria y siempre campeones, etc.); contando (tanto en ámbito público como privado) con colaboradores corruptos porque les resulta más controlables, manipulables y descartables; y, la corrupción generalizada (coimas, gastos de agilización, porcentajes para adjudicación de contratos, obras, etc.) disfrazada de aparente prosperidad financiera por los
contactos que se tiene, el lobby con políticos corruptos de turno para
conseguir privilegios, mercantilismo, hacerse de mercados cautivos, entre otras
concesiones más, gente que ansía llegar al gobierno para luego ser los nuevos
ricos; políticos que solo apuestan por las economías extractivistas, por el
consumo, la deuda pública, el maquillaje de la información y datos reales tanto
poblacionales como económicos para conseguir la perpetuación del poder; evitemos la
proliferación de los “outsider” (los
forasteros o aventureros políticos busca suerte) para enriquecerse estando
en la función pública.
Cada persona, al conocerse a sí
mismo, debe ser coherente con su propio llamado, es decir, acorde a sus propios
talentos, dones, destrezas y habilidades.
Si bien todos somos seres políticos, pero obviamente no todos somos llamados a ser actores políticos.
Quien tenga el llamado a ser actor político, prepárese, fórmese pues se les demandará calidad y eficiencia, por ejemplo: si es un asambleísta nacional pues debe estar produciendo en el Parlamento, esto es, generando debates de calidad, informándose y actualizándose permanentemente, analizando los proyectos de ley, promoviendo normas beneficiosas u oponiéndose (con criterio y firmeza) a cuanta ley perniciosa que se pretenda promulgar en perjuicio de los bolivianos, entre las muchas actividades que tienen; y, no estar en las calles.
Si es un gobernador pues debería estar promoviendo el desarrollo de su Departamento, realizando una gestión transparente, estableciendo un programa departamental de desarrollo con distintos actores, legislando departamentalmente con disposiciones que beneficien a las personas, realizando estadísticas departamentales de población y productividad; bajando el gasto público para inversión productiva, etc.; achicando la gobernación y no convirtiéndose en agencia de empleos. Y así sucesivamente, para alcaldes, concejales y para todos los cargos públicos en todas las áreas de desarrollo humano.
Ya
no más políticos improvisados al calor del momento que ingresan para aprovecharse del cargo sino
gente ética que demuestre y practique política sana, respetando reglas claras,
promoviendo la exportación, etc., sin buscar divisiones y distracción al pueblo
para empernarse en el poder.
Como ciudadanos, por nuestra parte, vigoricémonos, detestemos la corrupción y el fariseísmo, sin tibiezas y trabajemos de forma ética pero a su vez, exijamos gestión de calidad a todas las autoridades y servidores públicos, sean del oficialismo o de la oposición, a todos ellos sin distinción, subir el listón en la calidad de servicio (ámbito ejecutivo, judicial, electoral, legislativo, entre otros); ya no ser usados tan solo como personas voto, sino que exista un verdadero control social efectivo sin fanatismos ni radicalismos, con unidad y esfuerzo de todos los bolivianos, evitando ser enemigos entre hermanos ni permitiendo ser divididos, apostando por la ética en los negocios y en la política. Exijamos el respeto a la propiedad privada, los bienes de capital y las garantías de las libertades individuales. Procuremos más coherencia, cohesión e integridad en nuestra vida cotidiana.
Examinemos todo y retengamos lo bueno, esto es, no dejarse manipular con la polarización. Cuestionemos, seamos críticos, reflexivos, proactivos y que los gobiernos de turnos sean capaces de convencernos con razones, no con fanatismos, abuso de poder, autoritarismo ni agresión.
Para resolver los problemas de forma inteligente es confrontando con firmeza, fortaleza, siendo claros, directos, precisos, buscando soluciones inmediatas y oportunas (no dirigiendo la atención al problema sino a la solución y sin demora, porque las cosas tienden mayormente a complicarse por la desidia y la dejadez), pero siempre analizando ambas posturas sin apasionamientos ni intransigencias, buscando los puntos medios, de coincidencia, de encuentro, los positivos, los de real beneficio en lo pragmático y ético (sin renunciar principios y valores éticos morales); avanzando de esta manera en la resolución del conflicto, pregonando la cultura de la paz, sin acostumbrarnos a usar en todo momento y para todas las cuestiones, los más agresivos, esto es, los belicosos, el abuso de poder, los ajusticiamientos, las litigaciones, las cárceles, entre otros, que luego acaban inconclusos por haberse pretendido forzar alguna conducta típica, conllevando pérdida de tiempo, dinero y salud, distracción, mucho reality show mediático, morbo y en realidad, al final, nada queda resuelto sino todo estropeado, sin haberse alcanzado ningún bienestar real.
Evitemos seguir históricamente enclaustrados en el subdesarrollo y para crecer es menester entender la necesidad de industrializarse con unidad, paz, respeto, seguridad jurídica, trabajo honesto e innovación; y, para ello se requiere conocimiento, se necesita estudiar, se necesita aprender, se precisa, por ejemplo, conocer el idioma de los precios, geopolítica en los negocios y mercado, "big making", que es algo que ni siquiera se tiene proyectado ni visionado a nivel general para nuestra juventud.
Aunque muchos sean escépticos a todo lo mencionado, lo cierto es que, nada cambiará ni se transformará significativamente si antes no existe un cambio de mentalidad y mientras tanto seguiremos dominados, fanatizados, divididos, manipulados, retrasados y viviendo una distopía.
*Asesor legal empresarial y abogado de litigio.