Ciro Añez Núñez.
Todos los extremos son malos, así
como lo es el pudor y su antagonismo (el morbo) cuando es usado como producto
comercial (Ej.: los “reality show”, donde
mostrar la vida privada, puede resultar un trabajo remunerado o no); así también,
lo es, buscar la celebridad con la aniquilación del pudor camuflado en un
empoderamiento espúrico.
Parafraseando al escritor
italiano Fabrizio Andreella, olvidan que “el pudor es la piel de la conciencia”,
puesto que cuando el cuerpo es reducido a carne, insignificante herramienta de
excitación ajena, el amor propio erige la barrera del pudor.
Andreella, con justa razón, indica
que se puede jugar a ser impúdicos sin ninguna dureza, pero no se puede ser
impúdicos sin provocar una reacción. “Todo lo que es profundo ama la máscara”,
sentenciaba Nietzsche, y la elegancia del pudor es un buen ejemplo.
En la era de los selfies, los
realities, las redes sociales, la estulticia influyente y la pornografía de
fácil acceso, lamentablemente en ciertos ambientes juveniles, se está practicando
el impudor con fanatismo, confundiendo la autoestima con el exhibicionismo, promovidos
por aquellos que los influencian (o se dejan influenciar) en las comunidades de
los medios en los cuales se expresan, fundados en el siguiente mensaje engañoso (especialmente
para las adolescentes): “si estás orgullosa de tu cuerpo, muéstrate al desnudo
sin filtros por las redes sociales (enviando,
por ejemplo, fotos de partes de tu cuerpo desnudo y provocador - lascivo- por whastapp entre compañeros
de curso, subiendo fotos al Facebook que cumplan con dicha referencia, etc.), entonces tu autoestima
estará donde debe estar”.
Todo esto bajo una falsa idea de que se logra un “empoderamiento”, porque creen y aducen de que, al ser
libres, nadie puede privarles de su decisión de practicar una alternativa al
impudor. Es decir, trastocan la palabra libertad por libertinaje, omitiendo que libertad implica “responsabilidad”, no lo contrario.
Existe una pansexualización que
ha alcanzado al cuerpo humano como mercancía y a los “seres humanos cosificados”.
De allí que el pudor es algo que no se refiere sólo a las relaciones íntimas,
sino a todas relaciones sociales, incluyendo las mediáticas.
El art. 15-III de la Constitución
boliviana, establece que “el Estado adoptará medidas necesarias para prevenir,
eliminar y sancionar la violencia de género y generacional, así como toda acción
u omisión, que tenga por objeto degradar la condición humana (….), tanto en el
ámbito público y privado”.
De esta manera, para aquellas personas que inducen a los adolescentes (tanto mujer como varón) a practicar el exhibicionismo corporal por las redes sociales, se hacen "responsables" por la comisión del delito previsto en el artículo 323 Bis, parágrafo primero del Código Penal, cuya sanción oscila entre diez a quince años de privación de libertad siendo agravada en un tercio cuando la víctima sea niña, niño o adolescente, puesto que cualquier consentimiento, que pudiera existir en aquellas víctimas, ésta se encuentra viciada (justamente por el engaño).
Como sociedad, como ciudadanos,
como padres de familias, como personas de bien, siempre y en todo momento, estemos solícitos a
influenciar positivamente a los adolescentes, motivándolos a que tengan una existencia
productiva, a que ostenten una mentalidad de crecimiento, que detecten
oportunamente sus talentos y lo desplieguen, esto es, que no pierdan el tiempo que tienen asignado, pues (todos) solo una vez pasamos por esta
vida.