Ciro Añez Núñez.
El enriquecimiento con la mentira, el engaño y la corrupción, cuando es un problema permanente, en una sociedad, en un país, el único camino es el cambio, porque si un problema es temporal, la gente sin cambiar, resiste (aguanta) porque sabe que pasará, pero cuando el problema es permanente, se debe cambiar, pero cambiar para bien, no para mal.
Cambiar para bien es evitar ser otro mentiroso corrupto sinvergüenza más, sino lo contrario, esto es, marcar la diferencia, pregonar, enseñar con el ejemplo, sin renunciar a los principios éticos morales, para tener luego autoridad para exigir a su descendencia que "hagan" lo correcto, siendo auténticamente íntegros; mientras que cambiar para mal, es contaminarse del mal, resultando ser un hipócrita, un delincuente más que cree que el dinero lo es todo, corrompiendo todo, es decir, un descarado maleante mentiroso más del montón.
El significado de maleante, es aquel que hace daño, que daña, que malea. Lo malo (el daño) lo hace a su descendencia (próximas generaciones), pues éstas luego son farsantes y arrogantes, que viven en una burbuja, insensibles, sin comprender ni entender el valorar; y, muchos de ellos, de esos hijos, regresan a su país, a hacer exactamente lo mismo que sus progenitores hacen o hicieron, es decir, enriquecerse bajo la mentira, el engaño y la corrupción (solo que esa descendencia la hará de manera más sofisticada, es decir corrupción refinada y más compleja), todo ello para seguir la cadena de la egolatría; y, con toda esa mentira, engaño y corrupción continuar sustentando dicha necedad ególatra, destruyendo un país, colmándolo de mafias y delincuencia organizada, las cuales no responden a nacionalidades.
La corrupción tanto pública (abuso de poder) como entre particulares afecta la propiedad privada de las personas (como ser, aquellos inquilinos que se convierten en maleantes okupas sinvergüenzas, que viven de la apariencia, creyéndose ridículamente gente decente; las empresas que pagan porcentajes en sobornos para adjudicarse obras; aquellas sociedades comerciales que viven de la mentira, como ser: la evasión fiscal, desean engañar a sus trabajadores y a sus socios minoritarios; aquellos que a punta de cohecho consiguen sus caprichos y obtienen sus ganancias, entre muchas otras modalidades más de conductas disvaliosas pero de fachada éstas personas, paran comparándose y se muestran bajo el rótulo o la etiqueta de recatados, prósperas, exitosas, devotas e íntegras pero tan solo son unos cínicos corruptos, insidiosos, embusteros, sarcásticos, envidiosos y grotescos). La corrupción perjudica la cadena de suministros puesto que distorsiona el mercado, socava la competencia y aumenta los costos (costos inflados). Asimismo, evita que el sector privado sea justo y eficiente, reduce la calidad de los productos y servicios y ocasiona la pérdida de oportunidades de negocios, reina la informalidad económica, la informalidad laboral y domina la criminalidad, la fechoría generalizada y desvergonzada.
Por eso, como sociedad, debemos evitar consentir y alentar la total polución corrupta pues todo lo que hacemos en la vida, aunque sea para otros, lo hacemos para nosotros mismos (si hacemos el bien, recibimos ese bien. Si realizamos o provocamos el mal, recibiremos ese mal), por ende, debemos crear si es posible, familias iluminadas y libres. Lo más importante en esta vida no es tener lo máximo sino necesitar lo mínimo.
Si no nos gustan como están las cosas, pues está en nuestras manos el querer cambiarlas, es nuestra responsabilidad; y, si no se está dispuesto a tomar las decisiones para cambiarlas, por lo tanto, luego como sociedad, no se queje cuando toda su población permanezca con el mayor índice de riesgo país de forma perenne, perdiendo sus libertades individuales, su propiedad privada, su paz y su tranquilidad, frente al autoritarismo, la injusticia, el atropello y el caos.
Esta vida es como una neblina (aparece un rato y luego se esfuma), así
que según las creencias que cada persona tenga (sea cristiano, esotérico, crea en la reencarnación, en el universo, en
la conciencia universal, la supraconciencia, etc.), sabemos que estamos tan solo de paso. En este
mundo, físicamente, todos moriremos (impune
o no impune). Estamos a prueba. Al final del partido, igual, todos
rendiremos cuentas, de manera individual.