Ciro Añez Núñez
Desde una perspectiva económica, existe una íntima correlación entre macroeconomía
(macro) y microeconomía (micro), porque si la micro no funciona, la macro se
cae por la falta de recaudación (contribuciones).
Y si la macro no funciona (explota),
la micro tampoco funciona porque se acrecientan las abusivas y
perniciosas apropiaciones vía impuestos y/o emisión monetaria (pérdida del valor adquisitivo del dinero)
por la inflación, lo cual conlleva, a una merma traumática del valor de los recursos
económico de todas las personas. Es decir, al provocarse tensión en el lado de
los precios y con el dinero constantemente depreciado, tarde o temprano, el
consumidor se verá perjudicado y sus derechos afectados.
La macro le corresponde al Estado (los
gobiernos), mientras que la micro depende mucho de lo que hagamos nosotros.
Que la macro puede influir a la micro, sí, pero la decisión de la micro está en
manos de nosotros, no de los políticos; por lo tanto, una verdadera "transformación",
depende de nosotros mismos (de nuestra decisión personal) a través de cambios positivos de hábitos, dominio
propio, esto es, que estemos auténticamente dispuestos y predispuestos a
cambiar para bien; y, a su vez, exigiendo integridad, transparencia y responsabilidad
a las autoridades y servidores públicos.
En lo que respecta a decisiones externas (no personal), es decir, al Estado, ante los problemas del descenso
de la producción y las exportaciones de gas, con sus implicancias como la caída
del volumen de dólares que llegan al país sumado al enorme déficit fiscal, al monstruoso
gasto público y la nociva idea de pretender construir un país con puros planes sociales, empleo público e informalidad, corresponde con premura, realizar "reformas", tener
un presupuesto general del Estado más austero, no afianzarse endeudando en exceso
al país, se debe buscar el equilibrio.
Entre las reformas, mencionar las siguientes:
a) una reforma estructural del Estado, achicando el tamaño del Estado agigantado
(reducir la cantidad de funcionarios
públicos a nivel nacional, digitalizar la tramitación de la función pública sin
tener excusas encubiertas que solo buscan empoderar lo estatal y generar trabas
burocráticas que muchas veces alientan la corrupción), bajando el déficit
fiscal y el gasto público, donde la obra pública no sea la madre de la corrupción
pública y los medios de comunicación dejen de ser aliados de la casta politiquera
para el enriquecimiento inicuo además de supervisar la calidad del gasto
público (una vez que éste sea reducido) y
hacer un freno a la emisión;
b) reformas en la configuración de la burocracia, apuntando hacia una desregularización
de la economía, a que no existan trabas en todo el proceso económico (por el cual, usualmente pretende el político
y burócrata, justificar su existencia y su supuesta indispensabilidad) pues
lo único que hacen es encarecer en sobremanera los costos de transacción. No se
justifica tanta regulación cuando ésta está asfixiando y matando la
productividad y peor aun cuando no se evidencia calidad de vida en las personas
(no se tiene seguridad, salud, educación de
calidad), por cuanto, para nada se ve el efecto positivo de toda esa excesiva
regulación y opresivo control.
Por otro lado, teniendo en cuenta el abismal porcentaje de la informalidad delincuencial
(como ser: el contrabando, el lavado de
dinero acumulado por los corruptos, del narcotráfico, etc.), los empleos
informales, la inexistencia de prestaciones eficientes de servicios públicos, no se tiene garantizada la seguridad física ni jurídica de las personas y se
carece de certidumbre jurídica, amerita tomar medidas tendientes a provocar
generación de empleos; por ende, urge: c) además de la reforma judicial, la reforma de flexibilización laboral que
haga que las empresas quieran contratan gente (reforma laboral); d) transformar los planes sociales en trabajo
genuino (reforma de las subvenciones); e)
una vez que se reduzca el déficit fiscal, es preciso realizar una profunda
reforma tributaria (bajar impuestos),
porque si hay déficit fiscal, los impuestos no bajarán, y sin reformas laborales
muy difícilmente seremos atractivos para atraer verdadera inversión productiva,
que tanta falta hace.
Y finalmente, f) es menester un compromiso por la productividad, las
exportaciones y conectar a Bolivia con el mundo, pero desde una visión
pragmática, dejando de lado, los fanatismos ideológicos y dogmáticos (bajo el absurdo debate de izquierdas y
derechas, lo cual es una distracción, pérdida de tiempo y son usados como pretextos
ante la mediocridad y la falta de debate parlamentario de calidad), con un
enfoque continental latinoamericano, donde todos nos identifiquemos como
personas portadoras de los mismos derechos fundamentales y, por lo tanto, no
podemos esclavizarnos ni convertirnos en un instrumento para el otro, porque todos
tenemos la misma dignidad de ser humano (no
somos quienes para someter al otro); por ende, tampoco debemos comprarnos pleitos
ajenos, bajo percepciones ridículas maniqueístas de que existe en el mundo potencia
buena o potencia mala, cuando en realidad, en ese plano económico solo existen
intereses, por ende, se merece un justo equilibrio en los convenios.
Es así que debemos saber anticiparnos a los enormes problemas. Saber manejar los tiempos para evitar que toda la carga y la responsabilidad, en vez de que se las pasen a los prebendarios y a la casta politiquera causante, resulte transfiriéndosela de forma cruel e inhumana a la misma sociedad (duro golpe a la clase media y baja). Y todavía, para el colmo males, caer en las falsas apariencias, donde presuntuosos adefesios a manera de consuelo, absurdamente se creerán mejor que los demás porque considerarán que ellos están menos peor que el otro (esto usualmente se ve reflejado, bajo frases hipócritas e insensatas, como: “yo estoy bien, no es mi caso, pero me da mucha tristeza los demás). De allí, la importancia de entender que es lo que la sociedad convalida, porque sus resultados pueden ser atroces.
Adviértase, lo siguiente: si en un lugar reinara la inseguridad total, la corrupción generalizada y desvergonzada, la falta de acceso a servicios de calidad, entre otros perjuicios más, en realidad todo estará mal, es una mentira de que alguien diga que, en él, todo está bien, de que no es su caso (un simple ejemplo: dicha persona no podrá salir despreocupadamente a la calle para farsantear su vehículo último modelo, porque corre el riesgo de ser asaltado o de perder la vida, tampoco podrá dejarlo parqueado en cualquier lugar, ni podrá él o su familia pasear, libremente, sin escoltas y/o guardias de seguridad, por temor a ser atacado delictivamente: robado, secuestrado, extorsionado, etc.).