Ciro Añez Núñez.
Hoy en día, ante los debates
sobre: carencia o no de dólares, sobre devaluación camuflada; discusiones
concernientes a que, si en países donde existe más importación (y menos
producción nacional), las mafias del contrabando aumentan siendo parte
actuante para una aparente baja inflación, pero con mayores niveles de
criminalidad e inseguridad ciudadana; todo esto y más, conlleva a que, ante
situaciones de crisis, la gente viva más ansiosa y por consecuencia, sea presa fácil a ser embaucada ante la proliferación de timadores que están
dispuestos a embolicar a cuanto ambicioso ingenuo pueda.
Todo ser humano no debe
limitarse, en falsas creencias, como aquel entendimiento de que uno es lo que
hace (profesión, ocupación, etc.), pues toda persona es más que
eso, es un humano integral. Del mismo modo, todo el conocimiento también es
interdisciplinario.
Es así que, por ejemplo, en el
ámbito del Derecho, también existe el aspecto jurídico económico y psicológico
de las finanzas.
Muchas veces todos para
obtener la dicha de una prosperidad económica honesta desean recetas “mágicas”
sin trabajo (como si por un simple chasquido sea posible conseguirlo
todo sin esfuerzo alguno). Eso obviamente, no existe. Es cuestión de
una mentalidad amplia y objetiva. No se consigue tal prosperidad, estando
sentados en un sillón, distrayéndose navegando por Internet o saliendo de casa
solo a entretenerse, para aparentar u ocuparse sin ser verdaderamente
productivos integralmente.
El aspecto económico con
ética, se centra especialmente en valorar, lo más oneroso que existe en el
mercado, esto es, “el tiempo” (nuestro tiempo), por ende, se
apuesta en el trabajo íntegro, intenso, persistente e inteligente acorde a la
edad, en el análisis y en la adecuada interpretación de la realidad para la
toma de buenas decisiones, en el sacrificio reflejado en el dominio
propio (es decir, no ser impulsivos, codiciosos vanidosos,
indisciplinados, desordenados, no ser incumplidores de compromisos o de
promesas, mentirosos, manipuladores, desleales, estafadores, buscando siempre
hacer una mala copia del otro para hacerle la competencia, etc.), en
el ahorro (no en el despilfarro), en la inversión y en el pragmatismo
eficiente, es decir, sin aferrarse, distraerse ni perder el tiempo, en algo
carente de sentido común (sean estos: cosas, dogmas, ideologías impuestas o
que están de moda, fanatismos, teorías oscilantes, politiquerías, etc.) y
tampoco empeñarse en algo de forma caprichosa y emocionalmente. Todo
lo verdaderamente mejor se consigue con paciencia activa, a su debido tiempo.
Lo contrario (espuriamente
rápido o acelerado cuyo final es siempre sufrimiento generalizado y opresión), es
la corrupción cuya semilla es la mentira, es decir, enriquecerse de la mentira y
el engaño, viviendo de la mentira y la corrupción desvergonzadamente, creyendo
que es productivo simplemente por el dinero que obtiene sin importarle su
procedencia, si ésta es mediante el soborno, la manipulación, la falsedad, el
abuso de poder, la farsa y los amarres de la corrupción.
Para que exista este proceso
económico ético es menester desarrollar e incentivar: libertad, creatividad y
pragmatismo.
Libertad implica "ser y
dejar ser" con respeto y responsabilidad, sin ser obscenos,
entrometiéndose abusivamente en la vida privada financiera del otro o
privándolo de usar lo que es suyo (Ej.: confiscación, corralitos
financieros, etc.). Al decir, libertad, también nos referimos a
ejercer la libertad de elegir, esto es, tener la decisión de cómo se quiere vivir;
qué hacer y como disponer o gastar sus propios recursos económicos (propiedad
privada). Elegir lo que consideran que más los reconforta, conforme a
la etapa, de su ciclo de vida, mediante el trabajo presente para tener
verdadera riqueza en el mañana y no trabajar duro para aparentar tenerla,
siendo que vive de crisis en crisis hasta la muerte.
La creatividad, por su parte,
es la que insufla vida y la esperanza de encontrar una idea mejor, útil y más
provechosa. Y en el pragmatismo ético encontramos implícitamente el conocerse a
sí mismo para obtener dominio propio y aplicar de forma eficiente aquella mejor
idea que es fruto de la creatividad, ejerciendo la venturosa libertad de elegir
sin necesidad de aceptar lo que sea.
Está claro que existe una
pandemia de nunca acabar, que es, la alta desconfianza en la administración
pública y en el político, por ende, las personas deben apreciar más su tiempo,
evitando ser manipulados (para esto, es estudiando, investigando,
examinando todo y reteniendo lo bueno, contratando asesores eficientes y
éticos, depurando y desechando toda la polución informativa existente), valorando
la pertenencia y sabiendo elegir de forma consecuente en ese cuidado de la
vida, salud, libertad y patrimonio, sin censuras arbitrarias. No elegir a los
despiadados que juegan con la vida de las personas, que no les interesa la
salud de los demás y desean imponer mentiras, penalizándolo todo, en base al
abuso de poder y el sometimiento, privando vidas, libertades y propiedad
privada.
Con todo ello, enseñemos a nuestros hijos y a las futuras generaciones (no solo con el ejemplo, sino que también ellos se involucren) a detestar la corrupción, el engaño, la mentira y la proliferación de los conflictos para conseguir las cosas por la fuerza; romper esa cadena absurda de repetir sin pensar, estimulando para ello, el pensamiento crítico, reflexivo y analítico. Promovamos en ellos, el cultivar, desarrollar y defender: la libertad, la creatividad y el pragmatismo con integridad e integralidad, libres de las ataduras del miedo (sin recelo a vivir, pavor a morir o a estar solos).