Ciro Añez Núñez
La semilla de la corrupción es la mentira y el engaño, por cuanto en cada
acto de corrupción están presentes. Y todo ello es incentivado por la mediocridad
debido a que el corrupto no desea esforzarse tratando de ser íntegro pues es a
través de la mentira y el engaño que logran saciar su codicia.
La mentira implica no ser sinceros, por lo tanto, no existe las mentiras diminutas o piadosas a manera de indulgencia o purificación, porque de la forma como se desee
disimular o disminuir mediante el denominativo que sea, no deja de ser ésta una
mentira, es la afirmación que una persona hace consciente de que no es verdad,
deformando la realidad.
Cada vez que las personas permiten decir o camuflar algo que es falso (por muy pequeño que parezca), el cerebro
se hace insensible a las emociones negativas que generan la falta de sinceridad
(se cauterizan la conciencia) y mediante la repetición se convierte en un
hábito, engañando aún más en el futuro.
La consecuencia de todo esto
es la instauración de un círculo vicioso donde existe gente que vive de la
mentira y se enriquece de ella (por ejemplo, mienten mediante el lavado de
dinero, siendo testaferros o palos blancos de otros, mediante la evasión
fiscal, aprovechándose del otro mediante el engaño, obteniendo beneficios mediante
el soborno, ocultando la verdad mediante la competencia desleal, mediante los
privilegios ocultos frente a los demás, mediante la corrupción. Mentira es
cualquier fallo judicial o resolución fiscal que cumpla con todas las formalidades
de fachada, como ser fundamentación y motivación, que en teoría supuestamente
garantizan el debido proceso, pero en la práctica y en la realidad, es con datos, hechos y
argumentos falsos o trastocados, con exégesis, hermenéutica e interpretación jurídica enrevesada y engañosa, constituyendo fraude interpretativo; mentira es maquillar,
fingir y/o aparentar balances contables donde todo estaría presumiblemente en orden,
disimulando formal y contablemente aquellas empresas que fueron en realidad
constituidas para lucrar con el engaño; entre otras modalidades delincuenciales
más).
Existe gente que crea una vida
de mentira, de fantasía, creyendo que el tener mucho dinero los hace o los hará
mejor persona, llevando una vida paralela donde se sienten cómodos en ese su
estado idílico conjuntamente con sus camaradas, por ende, desean siempre estar
ahí, distrayéndose, satisfaciendo su egolatría, aunque no responda con la
verdad.
Cuando una sociedad se impregna de la mentira de forma ampliamente extendida,
viviendo y enriqueciéndose a través de ella, se tergiversa todo, se deforma todo,
llegando a decir que lo bueno es malo y lo malo es bueno, que lo negro es
blanco y lo blanco negro, por consecuencia, el resultado es un estado
generalizado de corrupción.
Y resulta que el engaño llega a tal punto, que, con el propósito de
exonerarse o enmascarar aquella situación generalizada de corrupción, afirman
que existe una “cultura” de corrupción, cumpliéndose en ellos, aquel refrán que
dice: “el mal de todos, consuelo de tontos”
pues debiera más bien denominárselo como “incultura”, la cual es incentivada por
la proliferación de gente corrupta; quienes luego, todavía, insistiendo en el engaño, se muestran al público con otros rótulos,
como ser: gente “prospera” e “importante” únicamente por el caudal de dinero
que ostentan.
Todas las personas desean tener crecimiento, pero esta palabra “crecimiento”,
el corrupto únicamente desea verlo como el dinero que posee, siendo que
crecimiento no solo se resume en lo económico, pues crecimiento es integral. Por
ejemplo, un país que adolezca de grandes niveles de violencia, sicariatos y se
encuentre cundido de estafadores, narcos, corruptos, lavadores de dinero,
evasores, mentirosos engañadores, etc., ¿se lo considerará realmente que éste ha
crecido de forma óptima y sostenible? cuando en realidad lo que existe es más bien decadencia
y no crecimiento.
Este despropósito llega a ser tan desvergonzado, que aquellos mentirosos
que se enriquecen o se enriquecieron con la mentira (siendo ellos, parte del
problema), todavía se dan el lujo de quejarse de su país y/o de cómo está el
mundo.
Entendamos que todos formamos parte de una tribu, por lo tanto, si llueve
donde un vecino, todos tenemos los pies mojados. La abundancia de corrupción,
nos daña a todos. Como diría el filósofo Edgar Morin: "La parte está en el
todo y el todo está en la parte".
Todos deseamos mejorar, crecer, etc., pero para ello necesitamos revisar si
estamos a la altura de dicha solicitud. Nada viene por azar, para recibir lo
que deseamos antes debemos desprendernos de lo que no queremos, de lo que nos
daña. En consecuencia, esforcémonos de ser verdaderamente parte de la solución y no
del problema, dejando a un lado la mentira, detestando el engaño y tratemos de
ser íntegros, pragmáticos e integrales, pues ninguna mejora existirá en nosotros
si seguimos premiando a la mentira y al engaño que son los gérmenes de la corrupción.