Ciro Añez Núñez
Optemos por el mejor camino,
el del medio, esto es, evitando los excesos o extremos, incentivando el
estudio, pensamiento reflexivo, critico, analítico y creativo, en vez, del
fanatismo y la pontificación.
Hay un camino medio, entre los
extremos de la indulgencia y la autonegación, libre de dolor y sufrimiento. Es
el camino de la paz, de las libertades, del dominio propio y del progreso.
Promovamos el sentido común en
lugar del culto al aprendizaje memorístico (repetir
como loro porque algo está de moda o porque simplemente todo el mundo, así lo hace, sin antes razonar).
Es menester más sinceridad y empatía,
menos: egolatría, resentimiento narcisista, venganza y desprecio a los demás.
Basta de tanta retórica del
victimismo pues lo políticamente correcto es lo moralmente incorrecto, al extremo
de que existen quienes, colocando a la gente como pretexto, luchan con una serie
de promesas y proyectos fenomenales para ingresar a la administración pública y
de esta manera pretenden asegurar sus ingresos económicos por varios años (convirtiéndola en una agencia de empleo y de viajes); y, una
vez que han conseguido los cargos, resulta que alzan las manos para pedir acompañado de la misma cantaleta de
siempre: “todo está podrido y en crisis”, culpando a los predecesores en vez de
ponerse a trabajar en corregir dichos problemas sin estropear a la gente y a su
propiedad privada.
Huyamos de los camelos de las
encuestas, la polución de la mensajería masiva virtual, la distracción, las
propagandas del odio y el miedo, las cortinas de humo, la desesperanza y las frivolidades.
Obviemos, por un lado, la
idolatría al Estado; y, por el otro, apartémonos de aquellos cuentos o patrañas:
a) de ver a los políticos como gobernantes infalibles (siendo que éstos fácilmente pasan luego a ser infames); b) creer
que existen líderes políticos mesiánicos (quienes para comunicar algo andan arropados de funcionarios a sus espaldas además se consideran dueños de la verdad, irreprensibles y ante la crítica o cualquier oposición son propensos en aducir inmediatamente supuestos ánimos desestabilizadores y emitir palabras incendiarias); y, c) de que todos tienen que ser
empleados del Estado, viviendo a costa de éste mediante la esclavitud de los
formales.
En ese sentido, incentivemos
la creatividad, la inventiva, la innovación y el emprendimiento, generando y
garantizando buen clima de negocios productivos formales y de sana inversión,
donde las sociedades se organicen de forma constructiva y próspera, lo cual
implica, ser verdaderamente libres de coerción arbitraria, que no exista
afectación al "buen vivir" con los despreciables atentados a los
derechos y las garantías de las personas, el lawfare (instrumentalización de la justicia boliviana), entre otros mecanismos represivos,
que son típicas conductas antidemocráticas de regímenes autoritarios, tiránicos
y dictatoriales, aniquilando la tranquilidad, la seguridad, la salud, la vida y
la integridad física de quienes conforman el pueblo.
En
un Estado Constitucional de Derecho amerita que se respete la Constitución
(CPE). El art. 12 de la CPE establece claramente que la organización del Estado
está fundamentada en la independencia, la separación de los órganos públicos;
y, que las funciones de dichos órganos públicos no pueden ser reunidas en un
solo órgano ni son delegables entre sí.
Conforme
el art. 118-I de la CPE, está prohibida la infamia (acción malvada y vil, práctica de la tortura como la guerra psicológica,
los mensajes de odio, de confrontación, búsqueda de la degradación del honor
civil, trastocar los valores y los principios, etc.), la muerte
civil (afectación al status de la
persona, aun cuando se conservase en vida, mediante la extinción de toda
capacidad jurídica o pérdida de todos los derechos civiles, patrimoniales, políticos,
entre otros, como ser: a trabajar, pensar y opinar diferente, etc.) y el
confinamiento (entre sus
modalidades, se encuentra incluso el abuso de la detención preventiva,
convirtiendo a las cárceles, como lugares de destierro y confinamiento para
quienes piensan distinto a un determinado régimen).